Margall silencia el Municipal

Phillips celebra una canasta con Crespo de fondo| DA
Phillips celebra una canasta con Crespo de fondo| DA

La primera vez que el CB Canarias se clasificó para una fase final de la Copa del Rey, con el mismo formato que tiene ahora, fue en la edición de 1986, que se celebró en un Palacio de los Deportes de Santa Cruz de Tenerife. Con anterioridad, los aurinegros jugaron esta competición, pero cuando lo hacían, con eliminatorias previas, todos los conjuntos de la máxima división, pero la Isla pudo contemplar la primera experiencia de los aurinegros en el torneo del KO.

El por aquel entonces CajaCanarias había logrado clasificarse para una cita que levantó tanta expectación que más de 2.000 personas acudieron a los entrenamientos a puerta abierta de los primeros equipos que llegaron a Tenerife.

El Canarias, entrenado por José Carlos Hernández Rizo, tuvo que medir fuerzas con el Ron Negrita Joventut de Rafa Jofresa, Jordi Villacampa o Reggie Johnson. Los badaloneses eran claros favoritos, más aún teniendo en cuenta que Hernández Rizo mantenía las dudas de Carmelo Cabrera y Matías Marrero, que, finalmente, se perdería el encuentro.

El ambiente en el Palacio Municipal de los Deportes era impresionante. Más de 6.000 personas -se habían instalado gradas supletorias para la ocasión- llenaron el recinto deportivo en cada uno de los encuentros que se disputaron, y el último de los cruces, el que disputaba el CajaCanarias, tenía su aforo cubierto desde dos horas antes.

El Ron Negrita Joventut era un equipo simpático por ser un clásico y la alternativa de poder a FC Barcelona y Real Madrid, pero lo sería más cuando, de manera espontánea, quiso rendir homenaje a Juan Carlos Delgado, jugador del Tenerife AB que había fallecido recientemente en accidente de tráfico. Toda la plantilla de la Penya acudió al cementerio de Santa Lastenia portando una corona de flores. Rafa Jofresa, que había sido compañero de Delgado en las categorías inferiores de la selección española no pudo reprimir las lágrimas al abrazarse a su madre.

Aquel era un duelo desigual. Muy desigual. El Joventut era un equipo poderoso no solo en España, sino también en Europa, por lo que era el gran favorito en la eliminatoria. El CajaCanarias se aferraba a la pareja Harper-Phillips (autora de 50 de los 92 tantos de su equipo).

Fue un duelo igualado, en el que el Ron Negrita fue prácticamente por delante en el mismo con un CajaCanarias al acecho, que cada vez que se ponía a tiro de remontada cometía algún error puntual o veía como Jordi Villacampa (26 puntos) volvía a dejar en ventaja a los suyos, que tenían que esmerarse más de lo esperado ante aquel equipo peleón y alegre como era el insular.

Para el recuerdo quedará el triple del Matraco Margall que sentenciaba a los aurinegros. Un lanzamiento exterior del mítico jugador catalán enmudeció al Palacio de los Deportes, que había visto como la heroicidad era posible.

El CB Canarias no bajó los brazos, tratando de dar la sorpresa, pero resultaría imposible, su rival tenía bien aprendida la lección. La eliminación por faltas de Salva Díez, que al día siguiente sería convocado por la selección española, fue un lastre para el equipo tinerfeño. No sería la primera vez que los verdinegros amargaban la fiesta al Caja Canarias, porque, solo un curso más tarde, la historia se iba a repetir…

El Barça, campeón
Los catalanes se harían con aquel título, precisamente, tras ganar en la final al verdugo canarista. Antes habían eliminado al Cacaolat Granollers, que llegó a la Isla con la baja de sus mejores jugadores, y al CAI Zaragoza. El Real Madrid entraría en crisis en Tenerife tras caer en la primera eliminatoria ante el Caja Bilbao, algo que ni siquiera negó Lolo Sáinz, su entrenador, que ya había recibido numerosas críticas porque solo dos días antes también había perdido, en su feudo, frente al Pau Orthez, en partido de Copa de Europa.

Como curiosidad, una de las noticias de aquella Copa fue que unos “gamberros desaprensivos”, como publicó DIARIO DE AVISOS, habían aprovechado su asistencia a uno de los entrenamientos de los equipos para “destrozar” uno de los servicios del recinto, lo que provocó que el público no pudiera presenciar la práctica anterior al compromiso de los de José Carlos Hernández Rizo.