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El odio al PP

1. Salen corruptos hasta de debajo de las piedras. Uno de sus hombres fuertes de antaño, Rodrigo Rato, se cagó las manos en Bankia, defraudó a Hacienda y cometió tropelías fiscales presuntas, ya que aún no han sido juzgadas. Persiguió el PP a los ciudadanos, arruinó a los autónomos para cumplir con Europa, hundió a los pequeños y medianos empresarios a fuerza de tributos, subió los impuestos cuando prometió bajarlos. Mintió. Bárcenas, el todopoderoso tesorero, se enriqueció hasta lo absurdo presuntamente cobrando comisiones, con el partido como excusa pero ingresándolas en su cuenta de Suiza. Dirigentes del PP se embostaron ilícitamente. “Resiste, Luis”, “amiguito del alma” y todas esas cosas que trascendieron a la opinión pública. ¿Todavía se extrañan de que los ciudadanos hayan castigado al PP con millones de votos menos? ¿Y se extrañan de que la izquierda no quiera hablar con sus dirigentes?

2. Pero he aquí que la socialdemocracia, la izquierda moderada, ha elegido a un inútil como negociador; porque Pedro Sánchez lo es. Dice que pactando con el PP legitimaría la corrupción. El PSOE ha sido igual de corrupto que el PP. Felipe González se tuvo que ir por la corrupción, no suya pero sí de muchos de sus colaboradores. Y en Andalucía ha existido una corrupción de miles de millones de euros, que fueron a parar a las manos y a las arcas de socialistas corruptos. ¿Qué hacer? Sánchez y Rajoy no sirven, se tienen que ir. Que vengan otros y hagan posible un Gobierno normal, que no persiga sino que incentive, que no machaque sino que ayude. Que le cobre más a los muy ricos y menos a los muy pobres. Que deje a las familias llegar a fin de mes sin cogerlas por el cogote. Que gestione bien el país.

3. Es verdad que Zapatero nos arruinó, por tonto de capirote. Pero el otro, Rajoy, con la excusa de salvarnos de la ruina, nos volvió a arruinar. Se ha creado empleo a fuerza de acogotar a los empresarios, que han creído en las promesas falsas del PP y han hecho un sobresfuerzo increíble. Nos ha felicitado Europa, pero los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Y, en medio, los que lo pagan todo: las clases medias que ni roban, ni pueden camuflar impuestos. Sino que esperan; siempre esperan.