El próximo sábado se cumplen dos meses desde la celebración de las elecciones generales y hasta la fecha no se ha formado gobierno, con lo que se ha instaurado en España un estado de interinidad o provisionalidad peligrosa por la incertidumbre que genera en la economía y ante la posibilidad de que se corrijan a la baja las expectativas de crecimiento. El mapa trazado por los resultados de los comicios del 20 de diciembre de 2015 ha abocado al país a un callejón sin salida a corto plazo, por el complicado encaje aritmético en la correlación de fuerzas hacia una coalición de gobierno que según los números inclina la balanza hacia las formaciones de izquierda, populistas y nacionalistas.
La renuncia “estratégica” de Mariano Rajoy (PP) de optar a la investidura porque no le salían las cuentas, pese a encabezar al partido más votado, pero sin mayoría absoluta, forzó al jefe del Estado a designar a Pedro Sánchez (PSOE) candidato a la presidencia del Gobierno, quien ha emprendido una ronda de negociaciones, aún sin los frutos apetecidos, para recabar apoyos y ser investido, al menos, en una segunda vuelta en el Congreso de los Diputados, previsiblemente, a partir del próximo 22 del presente mes de febrero.
La pregunta está en el aire: ¿qué es lo que más conviene al país en un escenario global complejo y cambiante y ante una nueva recesión en ciernes? La respuesta es sencilla, responsabilidad, y eso pasa por la formación de un gobierno estable, cohesionado, creíble y con una vigencia de cuatro años. De momento, resulta impensable una gran coalición socialdemócrata, liberal y conservadora.
El deterioro de la imagen del Partido Popular ante los frentes abiertos en materia judicial merma sus posibilidades de hacer valer su mayoría obtenida en las urnas y requerirá de una fuerte depuración interna para recuperar la confianza perdida en una parte significativa de su electorado, pero lo cierto es que hay formaciones políticas que no están para tirar cohetes desde el punto deontológico o la mala praxis que corresponderá dirimir a los tribunales en cada caso.
Lo realmente curioso es que será el PSOE con 90 diputados, incluido el de Nueva Canarias, el que tenga todas las papeletas para formar gobierno, pero habría que ver a qué precio. No sólo está en juego la supervivencia del buque insignia del socialismo español de Pablo Iglesias, sino del modelo de Estado que se ha otorgado el pueblo español con la Constitución de 1978.