TRIBUNA

La seguridad en los carnavales

Los carnavales suponen diversión y entretenimiento, pero también implican soportar un cierto riesgo, porque al fin y al cabo se trata de una concentración de miles de personas en zonas o lugares de reducido espacio y donde muchas de ellas tienen sus facultades físicas o psíquicas mermadas por culpa del consumo de alcohol o sustancias ilegales, lo cual no quiere decir que estos tengan que ser necesariamente autores de las conductas delictivas que pudieran llegar a producirse, sino que también pueden llegar a ser potenciales víctimas.

La mejor seguridad, y esto se ha repetido hasta la saciedad, es la prevención, a lo que añado la autoprotección personal. Por su parte, los cuerpos de seguridad deben crear lo que denominaré un anillo de seguridad que rodee todo el extrarradio, entre otras muchas cosas y comenzando por un análisis de riesgo. Es de suma importancia el dispositivo de seguridad y parte de ello, y que cae siempre en el olvido, es que a la finalización del dispositivo se crea el órgano de seguimiento y evaluación, que estará integrado por las mismas personas que el órgano conjunto de planificación.
Sin embargo, ¿qué podemos hacer a título individual para minimizar el riesgo? Lo primero es saber identificar el riesgo al que estamos expuestos, lo cual es fundamental, aunque subrepticio, también las medidas preventivas planificadas, a través de la elaboración de un plan de emergencia.

A título personal, lo primero que debemos hacer es proteger nuestras pertenencias, que dicho sea de paso deben ser las mínimas y necesarias, no hay que hacer ostentación de bienes valiosos y lo poco que llevemos se debe distribuir, no hay que perder de vista nunca los objetos personales, cremalleras siempre cerradas y al abrirlas intentar hacerlo de manera discreta, siempre y si son objetos de valor, tenerlos a la vista, o sea, que la típica imagen del turista con la cámara colgada al cuello aumenta innecesariamente el riesgo de ser víctima de un robo. Los carteristas se ponen las botas, por eso debemos desconfiar de empujones y personas que se nos acercan demasiado, usemos ese sexto sentido que nos dice que algo no nos cuadra.

Los cajeros se deben usar de día y cuando la oficina está abierta, debemos hacernos acompañar de alguien y usar los que están en el interior, asegurándote antes de que puedes cerrar la puerta y hacer uso de él con total discreción. Camina siempre por calles iluminadas y por donde haya gente. El transporte público a veces puede llegar a ser un problema y es mejor, si puedes, coger un taxi, anota los datos de este. No aceptar bebidas o comida de nadie, consume en los lugares legales y habilitados al efecto.

Sin embargo, lo que más nos preocupa es que nuestra integridad física o psíquica se vea dañada. La mejor arma contra un ataque es tu cerebro, entrénalo, es importante que sea capaz de reconocer, evitar o responder efectivamente a la violencia. Se intuitivo, observa el medio y evalúalo, toda situación violenta es precedida por incidentes que dan pistas, no te conviertas en un objetivo deseable. El 96% de los violadores comprueban que su supuesta víctima está sola antes de atacar.

Por último, denuncia siempre y lo antes posible, tal vez pienses que no sirve de nada, pero sí sirve, primero porque se acaba con los datos erróneos de una falsa seguridad que suponen el aumento de esta; con más medios personales y materiales, además, tendrás un justificante de lo que ha pasado y aunque no lo creas, muchos delitos se resuelven, máxime si se trata del robo de teléfonos móviles, y aprovecho para prevenirlos: cuidado con las denuncias falsas sobre ellos, te cogerán, seguro.