La lluvia - Por Luis Espinosa García*
Amanece un día gris. Es temprano y me despierta la lluvia en la claraboya del cuarto de baño. Parece repiquetear enviando un mensaje, el cual no descifro al principio
Amanece un día gris. Es temprano y me despierta la lluvia en la claraboya del cuarto de baño. Parece repiquetear enviando un mensaje, el cual no descifro al principio
Era un hombre tranquilo, muy tranquilo, no como el personaje de John Wayne, pues a este que me refiero jamás se le ocurriría levantar la mano con intención de agredir. Ni mucho menos. Porque era tranquilo y bueno. Sereno sería, tal vez, la palabra justa
Hubo una época en la que di clases en un colegio. No lo pasaba mal, me divertía a ratos y preparar las clases no me resultaba excesivamente complejo. Dadas mis manías de hacer senderismo e intentar patear hasta el último rincón de la isla, en una ocasión convencí a mis alumnos, bueno a unos cuantos de mis alumnos (realmente a tres)
Cuando leyó por primera vez Crónicas marcianas tal vez pensó, “una novela más de ciencia ficción”
Debería decir, viaje a Falca, o por fin conocí Falca, pues realmente nunca estuve antes en la dichosa ciudad que dicen tiene el nombre de una montaña de la antigua Persia. Me desilusionó
El Sol salió, como de costumbre, por el este. Y como suele hacer casi siempre, iluminó y calentó la Tierra Medieval. Un extenso llano de arena ocre se escurría, seguro, desde las puertas del castillo hasta perderse en lontananza
Cuando murió su esposa, don José de Estrada y Miranda-Ruiz decidió que, a sus años, ya estaba bien de soportar humos, aglomeraciones y ruidos en la ciudad y se marchó a su hacienda del campo junto con el viejo matrimonio que había sido su leal compañía durante décadas
Qué hacer en aquel villorrio durante las próximas horas? Pensando, pensando, decidí comentar a mis compañeros de viaje en la averiada guagua, que me iría dando un paseo carretera adelante hasta que ellos me alcanzasen
Todos los barrancos cantan canciones de piedra. En primavera todos pintan de colores sus laderas
De nuevo, con la mochila a la espalda y con la mente y el corazón bien dispuestos, vamos a intentar recorrer, en pocas líneas, otro barranco tinerfeño. Inciso: estos lugares no se leen, se patean, se admiran y se recuerdan el resto de tu vida si tienes un mínimo de sensibilidad y de cariño a la naturaleza
En casa de la abuela no mandaba la abuela. La jefa era su ama de llaves, que era su hija, mi tía, la soltera
Odio los duelos, los entierros y ese estilo de ceremonias y ritos que el pueblo considera necesarios siempre que exista un cadáver
Trae a mi memoria múltiples imágenes, tanto de gozo como de dolor, pero no es culpa suya
La luna comenzó a salir tras las montañas, oronda y satisfecha ella
Según dicen los diccionarios barranco es un cauce provocado por las corrientes de agua que permanece seco mientras no haya lluvia y, según otros, prerromano, es un torrente profundo
Existió una fecha, hace muchos años, que aún los mayores no hemos olvidado. No aparecía en los calendarios, los números en éste no estaban tintados de rojo ni de otro color que destacase; no estaba encapsulada en un día fijo, ni siquiera en una semana determinada. Era la puesta de largo varonil, o, por lo menos, así la llamo yo