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EL DARDO > POR LEOPOLDO FERNÁNDEZ

El PSOE

   

Decir que las aguas bajan revueltas en el PSOE es no decir nada. Lo que en verdad sucede en ese partido es que su hasta ahora secretario general lo ha dejado sin discurso, sin basamento ideológico, perdido y dividido.

Férreamente controlado y sin debate interno, apoyado en una caricatura de la socialdemocracia, olvidados lo mejor del espíritu de la transición y el felipismo integrador y convertido en una formación radical, el episodio Chacón no deja de ser un capítulo más de su gravísima crisis. Una ministra poco cualificada y que jamás se proclamó públicamente candidata a las primarias anuncia a bombo y platillo que renuncia a concurrir a ese proceso -del que deberá salir el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno para las próximas elecciones generales-, a fin de salvar, según dice, la unidad del partido, la autoridad de su secretario general y hasta la unidad del Ejecutivo. Todo en uno, y todo muy guay si no fuera porque la señora Chacón, que no es militante del PSOE sino del PSC, es tan responsable como Zetapé de los líos en el partido. Además, no tenía ninguna posibilidad de dirigir el socialismo postzapaterista, en el que habrá que hacer machuca y limpia de todo el aparato.

El PSOE va a seguir dividido y el Gobierno va a seguir dividido y los problemas no los resuelven las primarias, sino un congreso, que es renovación y cambio de liderazgo; las primarias son un urgente lavado de cara, mientras persiste la lucha por el poder a cara de perro. La misma noche electoral dije que los resultados de las urnas certificaban el fin del zapaterismo, y cada vez lo veo más claro.

El que el presidente del Gobierno quiera seguir hasta el final de la legislatura -si los acontecimientos no le obligan a una salida indigna- no va a arreglar los problemas de los socialistas, y tampoco los de España, porque falla la confianza, ingrediente imprescindible de todas las salsas políticas.

Si Rubalcaba puede ser inicialmente el hombre del consenso interno, no va a resultar fácil su entendimiento con Zapatero, en su doble faceta de secretario general y jefe del Gobierno que quiere cerrar su ciclo con las medidas impopulares que urgen los mercados. Las bicefalias nunca han sido buenas y las primarias dedocráticas que se preparan más bien parecen un truco montado a mayor gloria de la actual dirigencia del PSOE.

Lo que el partido necesita para regenerarse y prescindir de su mayor lastre, Zapatero, es un debate urgente sobre el proyecto político y un nuevo liderazgo. Las circunstancias internas y nacionales puede que aconsejen el apaño, pero el precio que va a tener que pagar el PSOE, y con él el país, va a ser altísimo. Al tiempo.