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“Si yo vendiera cuchillos, a quien habría cortado el cuello es a mí”

   

Carlos, en su tienda, donde el presunto asesino intentó comprar un cuchillo minutos antes del crimen. / DA

VICENTE PÉREZ | ARONA

Una de las últimas personas que habló con Deyan Valentinov Deyanov antes de que, el pasado viernes, decapitara en un bazar de Los Cristianos a la ciudadana británica Jennifer Mills, fue Carlos, el propietario de un supermercado donde el presunto asesino, que se creía Dios, intentó comprar un cuchillo para perpetrar el crimen. Pero la suerte para este pequeño empresario es que no vendía este utensilio en su establecimiento. “De haber sido así, habría sido yo a quien le hubiera cortado el cuello”, explicaba ayer este comerciante indio en declaraciones a DIARIO DE AVISOS.

Carlos (el nombre español por el que se le conoce en Los Cristianos) relata que Deyan entró el día anterior otras dos veces en su supermercado, siempre con aparente calma, sin reflejar en su comportamiento ningún signo de ansiedad. La tarde del pasado jueves, víspera del atroz suceso, compró con el euro que había conseguido de limosnas “dos panes, dos tomates y dos ajos”. Horas después, a las 23.00, el presunto homicida volvió al comercio para pedir un folio y un bolígrafo, que le prestaron los empleados del local, pues ya no le quedaba dinero. “En el papel”, relata Carlos, “escribió algo, apoyándose en el mostrador, pero le pedí que lo hiciera en la calle, y se fue sin plantear ningún problema; a los 15 minutos volvió para devolver el bolígrafo, nos dijo muchas gracias, y abandonó la tienda”.

“Se creía Dios”

Al día siguiente, en torno a las 10.10 horas, Deyan volvió al supermercado, que se emplaza en un sótano de un edificio del paseo marítimo de Los Cristianos, y cerca de la casa abandonada donde solía vivir. “Entró con el papel en la tienda y fue recorriendo las estanterías en busca de algo, hasta que le pregunté que quería, y respondió que un cuchillo; cuando le dije que para qué lo quería, me contestó que para matar a alguien, que él era Dios”.

Ante este comentario, Carlos le dijo que allí no vendía cuchillos y le conminó a salir del comercio, y a partir de ahí todo sucedió muy rápido. “No me dio tiempo ni de pensar, ni de avisar a la Policía, porque a los 15 minutos me entero de que este hombre acababa de matar a alguien en un bazar; en cuanto lo supe, llamé inmediatamente a la Policía para contarle todo”.

Este empresario de 37 años, que lleva 12 en España y 7 en Tenerife, asegura que Deyan, salvo por aquella terrible frase, no había mostrado ansiedad, “y desde luego no parecía tan alterado como para estar preparando ese crimen horrible; no pensé que estuviera tan loco para eso”.

Este diario tuvo la ocasión ayer de ver la grabación de las cámaras de vigilancia de esta tienda, en las que se corrobora el relato de los hechos expuesto por Carlos. En el último vídeo se aprecia cómo Deyan, vestido con camiseta y bermudas, recorre el supermercado como un cliente más, ojeando la mercancía sin encontrar lo que buscaba. En otro vídeo se le ve, más abrigado, pidiendo el papel, anotando algo, saliendo de la tienda, regresando y abandonándola”.

Carlos sostiene que no tenía mucho trato con el presunto homicida, que solía caminar por el paseo marítimo y que “hablaba solo, como si recitara la Biblia”. Este ciudadano indio confiesa que el suceso le ha consternado mucho, y que ha recibido la visita de varios medios de comunicación, incluido diarios británicos, pero que desea volver a la normalidad de su trabajo, el negocio donde empleó todos sus ahorros. El presunto asesino continúa ingresado en la unidad psiquiátrica del Hospital de la Candelaria. La embajada británica en Madrid declinó ayer ofrecer datos sobre el trámite de repatriación del cadáver de Jennifer, cuyos familiares se encuentran en Tenerife desde el pasado fin de semana.