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El barrio que fundaron los franciscanos

   
Megafono El Toscal

Las casas terreras, los nombres de santo en las calles, las ventas pequeñas y las ciudadelas son algunas de las cacterísticas de El Toscal. / FRAN PALLERO

JESSICA MORENO | Santa Cruz de Tenerife

Muchos son los barrios que conforman el municipio capitalino. Cada uno con unas características y unas singularidades propias, pero sin duda uno de estos enclaves muy relacionados con la historia de Santa Cruz de Tenerife es El Toscal. En el centro de la ciudad, esta zona es una de los más antiguas del municipio, remontándose su origen al siglo XVIII.

Muchos son, también, los edificios antiguos que engloban esta parte de la ciudad, como por ejemplo las iglesias de San Francisco y El Pilar, la Casa Pisaca o el Museo de Almeyda, entre otros. Pero el barrio no se caracteriza solo por estos inmuebles, ya que si hay alguno de los aspectos que llaman la atención es la abundancia de las casas terreras o, por ejemplo, de que muchas de las calles tiene nombres de santos. Además, el desarrollo de este núcleo poblacional ha estado muy ligado a la vida marítima, ya que gran parte de sus vecinos eran trabajadores del muelle.

Más de diez mil personas viven en estos momentos en esta zona de la ciudad, limitada al norte por la Rambla de Santa Cruz, al sur por el mar, al este por el Macizo de Anaga y en el oeste por el Parque García Sanabria y el eje comercial Pilar-Villalba Hervás.

Según el arquitecto Sebastián Matías, el barrio nació de la mano de la Iglesia de San Francisco y la congregación de los franciscanos. “Antes solo había una parroquia, en El Cabo, y como esta congregación era de otro nivel económico fundó su propia iglesia en El Toscal”, explica la presidenta de la Asociación de Vecinos Luz y Vida, Rosa Ramallo. “Después el resto del barrio se fue fundando en los alrededores de la iglesia y, por ejemplo, la plaza del Príncipe era el antiguo huerto de los curas”, añade.

“Este barrio estaba poblado, en su mayoría, por gente humilde, trabajadora, muchos de ellos empleados del muelle, que provenía de otros pueblos dentro de Tenerife”, explica Ramallo. Por ello, se formaron las ciudadelas (conjunto de viviendas enlazadas con un patio central), muy características en El Toscal, “donde primero se instalaban los trabajadores, quienes poco a poco iban trayendo luego al resto de sus familiares”. En cuanto a las residencias, otra de las características de los toscaleros son las viviendas unifamiliares, normalmente de una planta, aunque poco a poco el tiempo ha dejado paso a otros edificios más elevados y a que muchas de estas casas se encuentren mal conservadas.

Nombres de las calles

Otro de los factores que muestran la singularidad de este enclave es el hecho de que la mayoría de las calles llevan nombres de santos, como por ejemplo Santa Rosalía, San Martín o San Clemente, lo que sigue demostrando la influencia franciscana. “Un caso curioso es la calle de las Tribulaciones, que tenía otro nombre, y a raíz de una enfermedad en el barrio se sacó la imagen de Jesús de las Tribulaciones y se frenaron las muertes, por eso se renombró la calle”, explica.

“Los vecinos de este barrio siempre han sido solidarios, amables, esa creo es una de las características”, indica la representante vecinal. Ahora, sostiene, el tipo de ciudadanos que viven han cambiado un poco, “no solo se ha modificado la relación entre los vecinos, sino también que económicamente el nivel es un poco mayor”.

Unas de las quejas de Rosa Ramallo es el hecho de que el barrio “se ha envejecido y no se ha cuidado los suficiente”. Además, critica que El Toscal, que era una zona muy vinculada al mar, ha perdido su acceso a éste” No solo ya no tenemos la playa sino también que con el edificio de Usos Múltiples hemos perdido las vistas hacia e antes nos asomábamos en la muralla para contemplarlo”.

Entre las demandas está la de la mejora del centro de salud, la rehabilitación de las viviendas y solución del PGO, la necesidad de guarderías públicas, habilitar más aparcamientos y devolver la figura de la Policía de barrio.

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La presidenta del colectivo vecinal, Rosa Ramallo, en el patio de la Casa Pisaca. / FRAN PALLERO

Cuarenta años de dedicación

De los colectivos vecinales de la capital tinerfeña, la asociación de vecinos Luz y Vida del barrio de El Toscal es una de las más antiguas. Más de cuarenta años es el tiempo en el que este colectivo lleva luchando por los residentes de este tradicional enclave de Santa Cruz de Tenerife. En este tiempo varios han sido los presidentes que han gestionado esta asociación, aunque desde hace ya 30 años Luz y Vida tiene como principal cabeza visible a Rosa Ramallo.

“Desde hace más de 30 años entré a formar parte de esta asociación, tuve diferentes cargos, pero desde hace ya muchos años he sido la presidenta porque me han elegido en varias ocasiones”, afirma esta toscalera. En estas más de cuatro décadas este colectivo, que heredó su nombre de un antiguo sindicato de la República, ha tenido cinco presidentes, que precedieron a Rosa. Luego, después de “llevar asuntos de cultura” en la asociación la eligieron como presidenta.

Prácticamente, Rosa ha pasado toda su vida en las calles de este barrio. Desde que se fue a vivir a El Toscal, en su infancia, este enclave de la capital tinerfeña ha estado muy presente. De hecho, se casó con un vecino del barrio y, como no podía ser menos, aún vive en una de las casas terreras de uno de los lugares con más historias de la ciudad.

El barrio de El Toscal es uno de los más populosos y populares del municipio, con una idiosincrasia muy característica. Junto con El Cabo fueron dos los dos núcleos poblacionales que dieron origen a lo que hoy se conoce como el centro de la ciudad.

Rosa es una de las mujeres toscaleras más involucradas en el asociacionismo del barrio, puesto que no sólo dirige la asociación de vecinos, sino que también es la responsable de gestionar y cuidar la Casa Pisaca, el centro ciudadano de El Toscal. “Hace 20 años cuando se inauguró este espacio me dieron las llaves y hasta ahora”, explica esta vecina. Actualmente en este centro tiene lugar diferentes actividades para los vecinos de la zona como clases de yoga o manualidades, entre otras.

Uno de los aspectos en los que más se ha interesado esta toscalera es en la historia y las singularidades de este bario. Así, cuenta como ha acudido a distintas charlas o colecciona varios libros en los que se refleja los aspectos que han caracterizado la zona. “Una de las personas que más conoce El Toscal y que cuenta cómo nació a través de la iglesia de San Francisco es el arquitecto Sebastián Matías”, asegura. Además, Rosa recuerda con nostalgia años atrás cuando en el barrio todos los vecinos se conocían, los niños jugaban por las calles y había una mayor unión.

Explica, asimismo, que en este tiempo el barrio ha cambiado mucho y hace hincapié en seguir trabajando para la mejora de esta zona. “El Toscal ha ido envejeciendo poco a poco, hemos perdido el mar, y la unión entre los vecinos”, por ello hace un llamamiento a volver a recuperar la esencia de este histórico enclave.