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Eternamente a dieta

   

INMA MARTOS | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Los canarios necesitan una dieta eterna, o dicho de otra manera, modificar sus hábitos higiénico-dietéticos para siempre y por su salud. El sobrepeso afecta a un 50% de la población y este hecho no parece preocupar a las autoridades  sanitarias del Archipiélago. Ni siquiera que una buena parte de los mismos sean niños; potenciales adultos enfermos. No existe ninguna campaña específica para la prevención, a pesar de que es causante de las enfermedades con más prevalencia en las Islas, salvo algunas medidas puntuales en los comedores de los centros escolares e infantiles que no siempre se cumplen. Del citado 50%, un 20%de canarios son obesos y el otro 30% tiene varios kilos de más.

Factor genético

En efecto, buena parte de la culpa de la obesidad en Canarias la tiene el factor genético, según explicó el jefe de servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Canarias (HUC), Luis Morcillo, y son muchos los genes que pueden intervenir en la predisposición a la obesidad de una persona. No obstante, la causa principal es la mala alimentación y el sedentarismo que, para contribuir a la epidemia, en Canarias también alcanza uno de los niveles más altos de España. Al parecer, según los estudios al respecto, esta tendencia a los michelines va en aumento, y no es extraño si se echa un vistazo a las estanterías de los supermercados, llenas cada vez más de alimentos precocinados e hipercalóricos, en contraposición a los pequeños espacios para la fruta, la verdura, el pescado…, en definitiva para los productos sanos. El consumo de comida de la denominada comida basura  (bollería, etcétera) se ha disparado en los últimos años y se suma al acomodamiento físico gracias a todo tipo de inventos que contribuyen a que la gente se mueva menos.

Eternamente a dieta

El consumo normal de calorías en una persona está entre las 1.800 y 2.000. / DA

A poco tiempo de las vacaciones del verano, se inicia cada año una suerte de histeria colectiva que afecta en mayor medida a las mujeres, pero también a los hombres, por adelgazar y lucir tipito en traje de baño. Morcillo asegura que es normal aumentar entre cuatro y cinco kilos durante el invierno, y que en Semana Santa es el momento para comenzar a bajarlos con tiempo y siempre de forma equilibrada. El equilibrio, según indicó el doctor Morcillo de acuerdo con su colega Pablo Suárez, del servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de la Candelaria (HUNSC), está en la proporción en el consumo de grupos de alimentos, que siempre debe ser la misma, aunque se reduzcan las calorías totales. Esta proporción deja un llamativo gran espacio a los hidratos de carbono que corresponderían a la mitad del total. Las grasas ocuparían un 30% y el 25% restante, las proteínas. El consumo normal de calorías en una persona está entre las 1.800 y 2.000, si bien es un dato aproximado porque también depende de otros factores como el gasto de energía. La falta de ejercicio físico provoca que las calorías consumidas no se gasten y se acumulen en forma de grasa en el cuerpo.

Efecto yoyó

Las dietas rápidas, que prometen la pérdida de varios kilos en poco tiempo y a las que se acude sin estimar los trastornos que pueden ocasionar, además, son las que causan el que se ha bautizado como efecto yoyó.  “Porque en esos casos, lo que se pierde es líquido, y éste es fácilmente recuperable”, explica Morcillo. Por eso, los primeros días de una dieta, siempre es cuando más peso se pierde. Además, con el líquido se pueden llegar a perder electrolitos y otras vitaminas con riesgo para la salud. No se puede llevar una dieta desequilibrada con carencias nutricionales durante mucho tiempo; por eso, cuando la persona vuelve a comer como antes de iniciar el régimen, vuelve a coger los kilos que perdió. Las dietas disociadas por ejemplo, precisa Pablo Suárez, no mantienen las proporciones de alimentos y se producen déficits nutricionales, por eso, se necesita la ingesta de vitaminas para contrarrestar. En ambos servicios de endocrinología los tratamientos están basados en la reducción de la cantidad total de calorías consumidas, dependiendo del exceso de peso, y de las que se ingerían habitualmente. Suárez aclara, no obstante, que las dietas deben ser individualizadas. Asimismo, señala que otro hábito erróneo es saltarse alguna comida. Hay mucha gente que no desayuna, no cena o bien no cumple los horarios para la alimentación. Esto tiene como consecuencia que en el momento en que se come, el hambre es mayor y se come mayor cantidad, sobrecargando además los órganos que intervienen en la digestión. Lo ideal, según indica, “es hacer cinco leves ingestas al día”.

El sobrepeso lo indica el Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la talla al cuadrado. Si el resultado es mayor de 25, significa que existe sobrepeso; si es mayor de 30, ya hay obesidad. Cuando el índice es mayor de 40, es obesidad mórbida. Suárez afirma que, además, de enfermedades como la diabetes Mellitus tipo II o la enfermedad renal, existen otras muchas dolencias asociadas a la obesidad, o con un mayor factor de riesgo a causa de la misma como la apnea del sueño, las paradas respiratorias, la artrosis debido al peso que soportan los huesos, inflamación de la vesícula o muchos de los cánceres como el de mama.