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Las alas de la justicia que cortaron la infamia

   

SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE

“Esta obra habla de mi padre, pero también de todas aquellas personas que, como él, un buen día quisieron volar en busca de un mundo más justo e igualitario y acabaron estrellándose”. Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) presenta de esa manera El arte de volar, la novela gráfica que vio la luz por primera vez en mayo de 2009, y en la que, junto al dibujante Kim, cuenta la historia de su progenitor, Antonio Altarriba Lope (1910-2001).

El arte de volar

La historia refleja la de toda una generación, la que perdió una guerra. / DA

Se trata de un cómic en la línea biográfica, y también histórica, de obras como Maus (Art Spiegelman) o Persépolis (Marjane Satrapi), que en estos dos años ya ha traspasado nuestras fronteras y cuenta con ediciones en países como Francia o Turquía, e incluso con un proyecto para llevarlo al cine. El arte de volar obtuvo en 2009 el galardón al Mejor Guión de Historieta Realista en los XXXIII Premios Historieta DIARIO DE AVISOS, así como el Premio Nacional de Cataluña en su modalidad de cómic o las distinciones a la mejor obra, mejor guión y mejor dibujo de autor español en el XXVIII Salón del Cómic de Barcelona. Altarriba ha visitado Tenerife para presentar este trabajo, “tan doloroso, tan satisfactorio”, en las V Jornadas contra el Olvido que organiza la CNT de Canarias. Una visita que le ha permitido a este periódico conversar con él.

El arte de volar siempre será muy especial para mí, porque nunca como guionista, como escritor, me impliqué tanto”, subraya. “Surge a partir del dolor que me produjo la muerte de mi padre, quien a los 90 años decidió suicidarse arrojándose desde una ventana del geriátrico de Logroño en el que vivía, poniéndole fin a una vida llena de decepciones”, apunta.

Y es que la historia de Antonio Altarriba Lope refleja la de toda una generación, la que perdió una guerra; pero también esa misma que vio derrumbarse uno a uno todos sus sueños de justicia, de libertad, de igualdad. Nació en un pueblo cercano a Zaragoza, Peñaflor de Gállego, donde desde los ocho años tuvo que trabajar en el campo. La miseria le hizo abandonar muy pronto su pueblo y marchar a la ciudad, “donde simpatiza con las ideas anarquistas y es partícipe de la esperanza y la ilusión que genera la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931”, apunta su hijo. Sin embargo, unos años más tarde, con el golpe de estado y el inicio de la Guerra Civil, en 1936, Antonio Altarriba Lope es movilizado por el bando franquista. “A los dos días de estar en el frente -detalla-, convencido de que esos no eran los ideales por los que quería luchar, se pasa al lado republicano”. Tras la derrota, vive durante 11 años en Francia, primero en los campos de concentración, y luego, formando parte de la Resistencia durante la ocupación nazi.

“En 1950, con 40 años, regresa a España”, expone su hijo. “Y con el exilio interior -subraya-, el sufrimiento no acaba: intenta crear una familia, y fracasa; monta un empresa, y es traicionado por uno de sus socios… De manera que al final de sus días, supongo que hizo repaso y quiso liberarse de tanta derrota”.

Antonio Altarriba confiesa que escribir El arte de volar fue “un proceso doloroso, pero también una catarsis”. “Comencé sin saber muy bien el destino de lo que hacía, si  esos folios se convertirían en el guión de un cómic o acabarían olvidados en un cajón”, explica. “Lo único que buscaba -argumenta- era encontrar alivio a lo que sentía tras la muerte de mi padre; toda esa rabia contra una sociedad que, tanto a él como a otros muchos, trató de forma tan injusta”.  “Y confieso que ahora, además de ahorrarme unas cuantas sesiones de psiquiatra, también he ido poco a poco reconciliándome con el mundo”. “Pero además -concluye-, El  arte de volar también contiene un mensaje positivo: el de luchar por un mundo mejor, en un tiempo donde continúa ese desajuste entre los ideales y la realidad”.