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LA COLUMNA > POR MANUEL IGLESIAS

Los menos pagados de España

   

Según la Encuesta Anual de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística que se dio a conocer a comienzos de esta semana, Canarias, con 18.926,36 euros, es la Comunidad Autónoma con el salario medio anual más bajo de España, con datos correspondientes a 2009.

Y la situación puede haber empeorado hacia este año 2011, teniendo en cuenta que somos la región con mayor número de parados y eso influye en los sueldos hacia abajo, por la mayor oferta de demandantes de empleo y la menor cantidad de éstos. De hecho, ya en 2009, dentro de la crisis, el sueldo medio de los trabajadores con contrato de duración determinada fue el 30,4% inferior al de los empleados con contrato indefinido.

El País Vasco fue la comunidad autónoma que presentó el salario medio anual más alto (26.162,45 euros por trabajador), que contrasta con el de Canarias, el más bajo (18.926,36 euros), con una diferencia superior a siete mil euros anuales.

Esto conduce de nuevo a las reflexiones vertidas en un reciente artículo publicado en esta columna, respecto a que, cuando las autoridades económicas apuntan a la necesidad de la contención salarial, no se puede hablar de lo mismo cuando se menciona al Archipiélago y cuando se hace con otras regiones españolas.

Tenemos los salarios más bajos de España, ¿de dónde se puede seguir rebajando o conteniendo aumentos sin que se afecte no ya la calidad de vida, sino a la simple supervivencia, al llegar a fin de mes para muchos canarios con esos sueldos, los menores del país? Desde la Unión Europea y también por el gobernador del Banco de España, se han presentado propuestas en las últimas semanas en las que se recomienda de manera constante que España disminuya los costes salariales.

Eso está muy bien, pero convendría que se discriminara algo más en el planteamiento, porque a la vista está que no es igual pedir sacrificios a quien cobra más de veintiséis mil euros anuales que a quien percibe diecinueve mil, y esto antes de las retenciones por impuestos, lo que significa menos dinero para consumo. Y no se puede quitar más de donde ya no hay.

Es verdad que en ambos casos, de vascos y canarios, por citar los dos límites, la situación no es buena para nadie y seguramente la mano económica aprieta en el cuello a ambos, pero la intensidad del ahogo económico no es la misma.

El poder adquisitivo de unos trabajadores que son los que menos cobran de España tiene mucho que ver con la caída del consumo, del que, por otra parte, se quejan los empresarios.

Y es un círculo vicioso: ¿de dónde van a gastar si son los que menos cobran y, evidentemente, de ahí hay poco sobrante? Con llegar a fin de mes, aunque sea a trompicones, muchos ya se darían por satisfechos.