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MIRADA SOBRE ÁFRICA > POR JUAN CARLOS ACOSTA

Manifiesto

   

Uno, que está convencido absolutamente de que el futuro de Canarias pasa por la evolución de los países africanos de nuestro entorno y que asiste ilusionado a los movimientos que la comunidad internacional está realizando a través de sus instituciones multilaterales.

Uno, que oye, un día tras otro, el discurso de los políticos locales que predican sobre el africanismo, la cooperación al desarrollo y la oportunidad histórica de nuestra autonomía por su privilegiada ubicación geográfica y estratégica con el continente cercano.

Uno, que ve también como casi siempre las palabras van por un lado y los hechos por otro. Uno, que encaja con desconsuelo que nos falta audacia y sentido de la proyección. Uno, que está harto de ver humo donde debieran estar los pasos. Uno, que está aquí y asiste a actos pergeñados con la contribución económica de todos los ciudadanos para compartir jirones de casi nada con qué quedar bien en la superficialidad cotidiana.

Uno, que suele transitar por escaparates llenos de coberturas de expedientes, sin más, complementadas con fotos de mesas presidenciales y apretones de manos blancas y manos negras. Uno, que asiste a ceremonias grandilocuentes traducidas a tres o cuatro idiomas. Uno, que accede a lecturas de expertos sobre África de universidades españolas, europeas y de todo el mundo.

Uno, que es espectador del cruce de competencias entre organismos, de los egos y protagonismos exclusivos. Uno, que conoce el esfuerzo de algunos de nuestros empresarios por llevar sus negocios a mercados de millones de consumidores fuera de nuestras fronteras. Uno, que es consciente del reparto de entelequias para monopolizar fondos públicos y hegemonías miopes e infantiles, cuando no se devuelven por falta de gestión. Uno, que asume que la información y la profundización sobre la idiosincrasia de las miles de etnias y culturas que pueblan ese vasto territorio a tan sólo cien kilómetros de nuestras costas es imprescindible para encarar mejor nuestro porvenir. Uno, que piensa que es inútil, que continuamos mirando para otro lado, y que en el fondo seguimos bailando el carnaval eterno de nuestras islas oceánicas.

Uno propone que creemos ese escenario urgente de encuentro de los intereses comunes; que creamos en que el camino que nos queda por recorrer es no sólo posible, sino capital; que pongamos en marcha políticas de visualización de la realidad africana en la totalidad de sus dimensiones; que ofrezcamos a nuestros ciudadanos la oportunidad de apreciar el rostro de las inmensas humanidades vecinas; que las instituciones y las universidades asuman su papel de entrar en la Historia por la puerta grande; que estudiemos decididamente aquellos aspectos que se profundizan en otras latitudes muchos más distantes del planeta; que edifiquemos un lugar de referencia de las civilizaciones que nos circundan; que activemos estudios, currículos y especialidades que nos ayuden a desentrañar, a nosotros y al resto del mundo, las costumbres y culturas que están empezando a germinar como una nueva vía de comprensión de la existencia humana frente a una globalización basada en el capital deshumanizado.

Y que, alabado sea Dios, pongamos fin entre todos, con cada granito de arena, a la situación de desamparo, desesperanza y marginalidad que afecta a una gran parte de los habitantes de este colosal continente de aquí al lado llamado África.