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POR ARTURO TRUJILLO >

Trasgresión electoral

   

Puedo afirmar, creo que sin equivocarme, que casi todos los canarios estamos convencidos de que el PSC-PSOE perdió las últimas elecciones autonómicas y municipales. Ya sé que esto es una perogrullada, pero observando la tremenda confusión que hay en las islas en torno a la gobernabilidad de nuestras instituciones, es posible que cualquiera que no conozca nuestra idiosincrasia y peculiaridad a la hora de conformar pactos de gobierno, pudiera afirmar todo lo contrario. Y es que estamos hablando de un partido, el socialista, cuya reciente derrota electoral se ha convertido en una victoria gracias al apoyo del nacionalismo rampante de CC. Parece como si CC les haya prestado el aire que necesitan para poder sobrevivir. Un partido socialista que, además, lo único que sabe hacer es amenazar a sus dirigentes insulares si no respetan el código amoral que les han impuesto desde Madrid para obligarles a pactar con quienes precisamente los han venido pisoteando a lo largo del tiempo -a Saavedra lo echaron del Gobierno y, en la anterior legislatura, los mandaron a la oposición a pesar de haber ganado las elecciones-, hasta hacerles ingerir por imperativo superior, una especie de cicuta que les arrastra hasta desoír la voluntad de una sociedad que está pidiendo a gritos una regeneración política.

Dicen que un tal Zarrías, del Comité Federal de los socialistas españoles, convertido en el peor arquetipo de Rubalcaba, se desplazó hasta Tenerife para conminar a la ejecutiva regional a rechazar cualquier pacto con el PP de Canarias. Como si del mismísimo Bildu se tratase. Y eso que era consciente, por evidente, de que el pueblo canario no ha votado a los socialistas. Pero lo más curioso es que desde esta ejecutiva regional se haya querido justificar esa decisión injustificable con una teoría tan poco creíble como que es “necesario un Gobierno que permita un cambio en la política en Canarias” (sic). De risa. O sea, que con la entrada del PSC-PSOE en un gobierno con los nacionalistas, en el que CC ha ejercido la presidencia durante los últimos veinte años, se va a producir un cambio en la gobernabilidad de estas maltratadas islas. Pero, ¿alguien en su sano juicio puede creerse esto? Pero ahí no termina este desaguisado. Porque a renglón seguido han llegado a declarar que no rechazarían gobernar con los populares “en aquellas instituciones que no estén en la mesa de negociación con los nacionalistas” (sic). Lo que nos lleva a la conclusión de que tanto para los socialistas como nacionalistas existen municipios de primera, que sí tienen que pasar por esa mesa, y otros de segunda categoría que pueden hacer lo que les venga en gana, porque no son importantes. Supongo que habrá sido un lapsus, puesto que a la hora de pasar por un comité de disciplina, éste no debe distinguir entre primera y segunda clase. Sería antidemocrático. Pero solo lo supongo, claro. Igual que supongo que el municipio de Santa Cruz debe estar entre los calificados como de primera categoría, porque esa debe ser la razón por la que no permiten a Julio Pérez aplicar libremente su voluntad de pactar con el que él crea que mejor podría defender los intereses de la ciudad.

Parece que en cuanto se refiere al ayuntamiento de Santa Cruz, el pacto entre CC y PSC-PSOE, no va a producir la anunciada dejación de la alcaldía a los socialistas. Menos mal que se lo han pensado bien, porque ambos partidos se habrían pasado por el arco del triunfo la voluntad de los chicharreros. La entrega de la alcaldía a la formación política que ha obtenido un tercer puesto en el número de votos, es una prueba más de la escasez democrática que existe en el seno de la formación nacionalista. Después de la tremenda lata que el señor Bermúdez dio a Miguel Zerolo durante algunos años, para que le dejase paso hacia la alcaldía, parece absolutamente kafkiano que viniese ahora a cambiar Santa Cruz por un plato de lentejas con el que poder alimentar a su jefe, Paulino Rivero para así continuar al frente de la presidencia del Gobierno, a pesar de que no ha ganado ninguna de las dos elecciones autonómicas a las que se ha presentado. Y aquí viene la pregunta del millón. ¿Hubiese sido capaz de haber planteado ese mismo cambalache con su pueblo natal?

Menos mal que aún quedan algunos políticos, como el alcalde socialista de Güimar, que se mantienen firmes en su defensa por la legalidad democrática. Rafael Yánez, que ya ha pactado con el PP en su municipio, ha dicho que “los intereses de su ciudad están por encima de cualquier imposición del comité federal del PSOE” .Y no pasa nada. Hasta tal punto es así que otros municipios de las islas de Tenerife y La Palma, como Santiago del Teide, San Juan de la Rambla, Tazacorte y Puntallana, han seguido ese mismo camino, mientras que Granadilla, La Victoria, Santa Ursula, Tacoronte, Icod y hasta posiblemente el Puerto de La Cruz, podrían estar a punto de sellar acuerdos en ese mismo sentido. La apuesta que está haciendo CC para favorecer al PSOE, es muy arriesgada. Sobre todo si, como está previsto, se produce dentro de unos pocos meses la victoria del PP en las elecciones generales. ¿Creen que van a seguir utilizando la ambigüedad que Oramas y Perestelo han ejercido durante esta legislatura, para seguir repartiendo apoyos a diestro y siniestro? Salvo que Rubalcaba gane las elecciones, creo que ese juego está concluido.

En fin, que toda esta incongruencia me ha llevado a la conclusión de que estamos ante un caso muy claro de prostitución del sistema electoral. Una trasgresión electoral. Y, al menos en la reivindicación sobre la modificación de la ley electoral, me solidarizo con los indignados del 15 M. Tienen razón. Ah, y también en que necesitamos una nueva generación de políticos más honestos.