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VA POR EL AIRE > POR BENITO CABRERA

Mazurcas

   

La mazurca es una danza que surge de tres prototipos tradicionales: mazur, oberek y kujawiak, originarios de la región de Mazowsze-Mazovia, en Polonia, ya conocidos desde el siglo XVI.

Mazur era originariamente un baile de salón de las clases altas polacas. Con el tiempo se asentó en las capas populares y a mediados del XIX se expandió por toda Europa junto con la Polka, otra danza tradicional de este país. Se convirtió en el baile de moda de las grandes capitales europeas durante este siglo. Se baila en parejas y es una danza de carácter animado. La mazurka era generalmente más rápida que la polonesa y tiene otros acentos que sus primos en ritmo ternario.

El músico romántico Chopin compuso 61 mazurcas, otorgándoles un aire estilizado, sin que perdieran su forma popular en tanto su ritmo diferenciado con otros géneros similares como el vals, la polka o el minué.

En Canarias se introduce la mazurca a finales del XIX, asentándose en las clases populares y campesinas, al igual que ocurriera en diversos países latinoamericanos como Uruguay y Nicaragua, destacando de este último, las valiosas versiones recopiladas por el folclorista Felipe Urrutia.

Las mazurcas canarias combinan las variantes cantadas (Punta del Hidalgo o El Hierro), con las meramente instrumentales. Gran Canaria es el indiscutible reducto de las mazurcas instrumentales, interpretadas -básicamente- con instrumentos de cuerda, en las que se combina una parte lenta seguida de otra con un tempo mucho más vivo.

Llamamos la atención sobre la versión herreña, que compone su letra sobre el recurso prosopopéyico (y surreal) de dar vida a un grupo de animales en animada partida de naipes. Algo que bien merece la pena estudiar y comparar con otros géneros (como la Polka del Ratón), así como en las numerosas cancioncillas infantiles de toda el área panhispánica.