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Por Alfonso González Jerez >

Residuo

   

La foto de un Pérez Rubalcaba sonriente y al lado una llave con tres palabras, como el viejo bolero: “escuchar”, “hacer”, “explicar”. Nada de siglas. Las siglas ya se las cargó Rodríguez Zapatero con lo de ZP, con una lúcida visión: evita que se te acerque semánticamente lo de socialista y obrero. El marketing del nuevo candidato, con todo, avanza un paso más, porque renuncia absolutamente a referenciar contenidos, propuestas u objetivos. Su compromiso con los electores es puramente conductual. Les escuchará, hará cosas, y explicará tales cosas. Una oferta evidentemente irresistible. Lo que se vende, en fin, no es un programa, sino un señor. Un señor que, por lo demás, ha formado parte de todos los gobiernos socialistas de los últimos siete años y medio, pero que no se recata en decir, así, brutalmente, con todas las letras, que él sabe cómo acabar con el paro. No sé que les ocurre a otros ciudadanos; a mí, que he votado al PSOE tantas veces durante un cuarto de siglo, esa astracanada me enerva y solo me produce desprecio. Sin embargo la senda es coherente con la degradación de un proyecto político socialdemócrata que no solo, por decirlo muy groseramente, se muestra impotente para cualquier conato reformista en una crisis económica estructural, sino que incluso acepta sin fisuras la lógica del mercado y la publicidad en relación consigo mismo. El PSOE como producto de la mercadotecnia y los proyectos políticos reducidos a una fraseología alérgica a cualquier identificación político-ideológica. Para conseguir eso hay que dejar el partido bien planchado, y eso es lo que han hecho Rodríguez Zapatero y sus conmilitones. Si comparas las direcciones federales de 2011 y 1982 te entra vértigo: el vaciado intelectual y profesional llevado a cabo por Rodríguez Zapatero ha sido todo un éxito, con todo su lastre de ensimismamiento, exacerbación del aparatismo y autoritarismo interno. Recuerdo cómo nos indignaba la defensa culichichi de la OTAN de Ludolfo Paramio, pero es que ahora Ludolfo Paramio ha sido sustituido por Leire Pajín. Es simplemente un detalle. Ya lo escribió en su día el maestro Vázquez Montalbán: “Esta socialdemocracia es un residuo, teórico, ético, estético y estratégico incapaz de levantarle la voz al capitalismo multinacional y colaboradora con él en fijar los precios mundiales de todo cuanto se produce, incluidas la cocaína y las armas: químicas, nucleares, bacteriológicas o verbales”. Ahora los partidos socialdemócratas ya son, definitivamente, un videoclip.