La reciente Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica ha dejado una ciudad colapsada durante una semana, un poder polÃtico sometido a un lento proceso de sacralización y unos cuantos mensajes que parecen añorar un Estado confesional, además de la concentración del lunes de los kikos, grupo ultracatólico liderado por el arzobispo de Madrid.
La doble condición de Benedicto XVI, gobernante absoluto de un Estado reconocido internacionalmente, por un lado, y de lÃder religioso de los católicos en el mundo, por otro, le permite contar con el poder y la organización del Estado en sus visitas y encuentros, asà como con la cortesÃa, mal entendida, de gobernantes insulsos.
De los muchos mensajes del PontÃfice católico resaltarÃa dos:
-La reafirmación de las raÃces cristianas en la configuración europea y la llamada a que la educación en España retome su función de orientación moral.
Pero ¿qué es lo que ha pasado en el lento y trabajoso proceso de secularización cultural emprendido en Europa desde el siglo XIV?
Es entonces cuando Europa comienza a desatarse los corsés del legado cultural medieval y comienza un arduo camino que lleva a la revolución cientÃfica del siglo XVII. Ésta culmina con la elaboración de un nuevo paradigma apoyado en el método fÃsico-matemático que da lugar, en el ámbito social, a la desacralización del poder, y en el ámbito polÃtico, a la creación de los estados nación, que tienen en los derechos individuales su máxima polÃtico-social. En definitiva, el ascenso de la razón frente al dogma y al apriorismo.
Mientras la ciudad estaba tomada por los católicos, apostólicos y romanos en un ejercicio claro de apropiación de la libertad religiosa, el discurso de la secularización discurrÃa por las angostas calles de los aledaños de la plaza de Tirso de Molina, pseudónimo del fraile Gabriel Téllez, y en otro tiempo llamada plaza del Progreso.
¿Qué es lo que ha pasado en la Iglesia católica cuando ya en el Concilio Vaticano II Juan XXIII reconocÃa que la libertad religiosa y el Estado moderno no se deben a las iglesias ni a los teólogos, ni siquiera al derecho natural cristiano, sino al mundo laico y al derecho racional? (1963)
¿Qué ha pasado en la sociedad civil española y en sus formas de organización polÃtico-social para que no sepa defender esto como un baluarte del pensamiento europeo-occidental y de la modernidad?
En el primero de los casos, parece obvio que el retroceso que supuso el pontificado de Juan Pablo II ha ido profundizándose y los vientos secularizadores que emanaban de las posturas más humanistas se han quedado en minorÃa. Mientras que, por otro lado, el mundo secularizado se encuentra muy debilitado debido al relativismo moral que ha llevado a que los partidos polÃticos se apropien de la voluntad de la ciudadanÃa y a que ellos mismos favorezcan una concepción teocrática del poder, haciendo ver que la acción polÃtica no somete a sus actores a los valores morales que sustenta todo ordenamiento jurÃdico.
En estas condiciones el discurso de la laicidad, que no del laicismo leloide, debe ser reconstruido para plantar cara a un nuevo apostolado que tiene su base de lanzamiento en nuestro paÃs. A esto debemos dedicar una buena parte de nuestro esfuerzo intelectual y polÃtico.
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