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POR QUÉ NO ME CALLO > CARMELO RIVERO

Lindo Perú

   

Visto desde América, donde me encuentro, el mundo (ya lo dijo Eduardo Galeano) está patas arriba. La foto aérea de la crisis, si coloreáramos el planeta, es la de una pandemia de Grecia a EE.UU.

En este contexto sin norte, surge la apatía de gobernar; de ahí la fuga madrugadora de Zapatero hacia su León adoptivo, inapetente a un escaño en la bancada de Rubalcaba y veremos si a las canonjías también, con el recuerdo de Tony Blair, que, con el esperma de la política aún en la frente, agarró la suya al vuelo. Es dramático.

Hay una generación perdida de líderes de izquierda, Obama inclusive, por efectos de esta lacra sistémica, y otra de derechas -Rajoy se mece en esa cuna- encantada de conocerse. En América Latina, en cambio, la izquierda arrasa, como ahora mismo Ollanta Humala en Perú.

Aquí -lindo Perú de moda-, estoy en las antípodas, en zona no contaminada. El gobierno de Ollanta nada insultantemente en la abundancia presupuestaria y epicúreos spots de televisión, como el de Gianmarco de la cerveza Cristal. Sonrisas y lágrimas de emoción, como las de la cantante afroperuana Susana Baca, amiga de Canarias, al asumir el Ministerio de Cultura.

Ese plus de sentimentalismo extinguido en Europa que humaniza al representante público frente a la distopía política que nos espera. Perú es un caso aparte (crece como China) y el propio Ollanta lo es: rara metamorfosis de espécimen forjado por un padre seco y espartano, don Isaac.

Hay cierta ingenuidad ilustrada (que bebe en Mariátegui, el socialista faro de los peruanos) en este gobierno nacionalista de los pobres temido por la burguesía, por si de la tutela de Lula regresa a la de Chávez; tiene un instinto quinceeme refundador de la democracia: más transparencia y azote de la corrupción.

Eran las fiestas patrias, la gente viviendo la calle y la tele repitiendo los goles de Guerrero en la Copa América. Claro que Perú no se libra de la crispación (la investidura fue una tangana entre fujimoristas y humalistas, casa de cuervos, que escribió la poeta Blanca Varela, ante la cara de susto del Príncipe), pero el ciudadano retiene la pasión por la política que nosotros ya quisiéramos para el 20-N.

Si bien en Lima o Ica ésta sea una pasión compartida con la del período de cierra puertas (las rebajas).