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MIRÁNDONOS > POR MARÍA MONTERO

Pactos de silencio

   

Cuando sentimos que es importante comunicar algo relevante a otra persona, ¿nos atrevemos a decirlo? o, en cambio, ¿esperamos a que sea el otro el que dé el primer paso? Podemos dar la opción de establecer un diálogo abierto con los demás, y tratar de expresarnos con aquello que nos conmueve respecto a una situación determinada, o recurrir a algo más simple como un mensaje telefónico, un email… La otra opción es el silencio. El silencio puede llegar a ser conmovedor, pues, a veces, tiene más fuerza que un millón de palabras; sin embargo, a veces podemos usarlo como un elemento autodestructivo y, por lo tanto, también demolemos relaciones que pueden haberse conciliado a través de la comunicación.

Vivimos en una era protagonizada, entre otros medios, por la diversidad en la comunicación, y usamos continuamente la tecnología para ello, pero ¿ es para construir o para destruir?… Y, si nos hacemos aliados del silencio, puede que nos aislemos demasiado y después nos resulte más complicado hacernos entender y que nos entiendan. Aunque hablemos el mismo lenguaje, no siempre logramos la comprensión de los otros que nos gustaría recibir. ¿O acaso no hablamos todos el mismo lenguaje? Quizá sea ésta una de las piedras angulares de la comunicación personal y social: los diferentes lenguajes que viven en cada persona. Pero hay algo que, posiblemente, pudiera definirnos a todos: las palabras sencillas, que, cuando nacen desde dentro de uno, nos mueven el piso de verdad. Esta sencilla expresión, mover el piso, la recogí en el Amazonas peruano, cuando vivía allí con comunidades nativas. La selva amazónica enseña el poder de la palabra y del silencio, y el justo equilibrio entre los dos.

Este ponderado equilibrio puede ayudar a salvar vidas todos los días. Y la vida es la vida, sobre todo si nos referimos a bebés y a niños inocentes de los pactos de silencio de los adultos. Una herramienta aliada puede ser la mediación familiar y social, muy útil e intensa guía si uno la practica, y con la que podemos tratar de abordar y resolver conflictos con el silencio. A éstos los denominamos pactos de silencio, cuando un ser humano lleva en sí un grito callado y no puede hablar ante cualquier injusticia o abuso, por miedo o porque fue así educado, o por diversas circunstancias; o cuando en las relaciones no acabamos de resolver nunca y siempre posponemos esa conversación y nos relacionamos a través del silencio; o cuando los gobiernos pactan acuerdos en silencio sin escuchar las voces de los pueblos…, o cuando la Tierra sacude su silencio y grita con huracanes y levanta seísmos y tsunamis…

Finalmente, ¿qué sucede con los pactos de silencio? A veces el silencio dignifica la vida y la protege, pero, cuando se trata de pactos de silencio, uno puede alzar su voz, y con las palabras justas puede romper las ataduras de un pueblo; serán palabras sencillas que nos muevan a todos… Y en nuestro día a día a veces no hay que esperar a ver quién se mueve primero, sino dar ese paso, sin esperar nada… Recuerda que, si lo retrasas demasiado, cuando digas aquello importante, aunque sea un detalle pequeño, el otro quizá ya no esté, o esas palabras calladas ya no tengan sentido para nadie, o quizá sí…, y nos devuelvan un abrazo. Sea como fuere, estamos en una era donde nos estamos atreviendo a romper pactos de silencio; estamos desvelando de secretos a la sociedad, y eso nos afecta a todos.

mirandonosss@hotmail.com