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ASESINATO DE UN TINERFEÑO EN COLMENAR VIEJO >

Emocionado adiós a Humberto

   

Amigos y familiares de Humberto conducen el féretro a la iglesia de San Antonio de Padua. | DA

NICOLÁS DORTA | Granadilla

El aire fresco en las medianías anuncia el final del verano. Ayer era una tarde así en Granadilla casco, encapotada de gris. Vecinos y familiares despidieron a Humberto Pomar García, un hombre conocido en todo el pueblo, de 45 años, que murió presuntamente quemado a manos de su compañera sentimental, Paca, en una urbanización de Colmenar Viejo, en Madrid, en la madrugada del pasado domingo al lunes. Numerosos amigos y familiares, junto a políticos, se desplazaron a la iglesia de San Antonio de Padua, un bonito rincón del casco viejo, con el hotel rural enfrente y la calle adoquinada, donde tuvo lugar la misa, y para acompañar a Humberto posteriormente al cementerio. Algunos se quedaron fuera del templo, asumiendo esta desafotunada historia. Los familiares más cercanos presenciaron la ceremonia y luego caminaban detrás del féretro hacia el camposanto.

Humberto pasó sus últimos días como a él le gustaba, rodeado de sus amigos en la finca de Granadilla donde hace un año trabajaba. De hecho, uno de sus compañeros lo llevó el domingo al aeropuerto. “Solo iba a estar unos días en Madrid y luego se volvía”, dijo. La finca era un regalo de su familia. Allí tenía verduras, cabras, ovejas. “Estaba entusiasmado con la finca”. “Ese sábado (un día antes de irse) estuvimos allí tomando algo”, agregó el compañero. Según su testimonio, Humberto quería que Paca, vigilante de seguridad, viniera a Tenerife a trabajar. Le había hablado de la posibilidad de abrir un supermercado por la zona, u otro empleo que la tuviera contenta, “pero ella quería que se fuera para Madrid, lo llamaba todos los días”, explicaron.

En Madrid ya Humberto había trabajado como coordinador de seguridad para una empresa de alarmas, explican. Pero dejó el trabajo y se vino a su pueblo. “Humberto era buena gente, un tipo servicial, amigo de sus amigos, generoso”, sentenciaba otro de los cercanos al fallecido.

La Corporación guardó un minuto de silencio “en rechazo a una muerte violenta”

Lo definen como una persona que siempre estaba en contacto con la gente, le gustaba mucho una reunión, un tenderete. En junio estuvo con su mujer en las fiestas de San Antonio. La llevó a cenar con algunos amigos, todo muy normal. Nadie presagiaba este final tan inesperado de un hombre que tenía muchas ganas de seguir haciendo cosas. Y es que Humberto era un hombre aventurero. Vivió siete años en África, recorrió Senegal, Guinea Bissau, y otros países. Incluso, se casó. Lo hizo dos veces. También montó una academia de informática, cuando el basic era el lenguaje que se debía aprender. Igualmente estuvo trabajando en el Iter, en el montaje de placas fotovoltaicas. Ahora vivía en la casa familiar con su madre, Tita, otra persona apreciada, involucrada en la labor de Cáritas.

Otros amigos definen a Humberto Pomar García como un tipo “bohemio”, que “pensaba que las cosas se podían hacer mejor” y “las hacía a su manera”.

A mediodía del viernes la Corporación guardó un minuto de silencio. | DA

La Corporación y el personal del Ayuntamiento de Granadilla se congregaron ayer a las 12.00 horas en la plaza González Mena, frente a las dependencias consistoriales, para rechazar el fallecimiento violento. El alcalde, Jaime González Cejas, presente por la tarde en el entierro junto a otros ediles de diversos partidos, en nombre de la Corporación y la ciudadanía lamentó profundamente el incidente y trasladó sus condolencias a la familia en estos duros momentos. Tras las palabras de González Cejas se guardó un minuto de silencio, el mismo que había cuando Humberto fue enterrado pasadas las seis de la tarde.