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El ‘bicho’ que anunció la erupción del Teneguía

   

Vista del Realejo Bajo desde la antigua carretera general del Norte y el barranco de Godínez, en 1893. / Foto: cedida por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía de Canarias (FEDAC) - Autor: NORMAN CARL

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

El extraño fenómeno causó un gran revuelo en la isla de Tenerife y aún hoy, justo cuarenta años después, no se ha encontrado una explicación científica convincente. Sucedió en el barranco de Godínez, en el municipio norteño de Los Realejos, cerca de la carretera general hacia Buenavista. Lo vivió y lo contó el periodista portuense Salvador García Llanos. Un individuo que cruzaba de noche por el barranco escuchó una especie de respiraciones profundas. Se asustó, echó a correr y al día siguiente lo contó a familiares y amigos. La noticia corrió como la pólvora y despertó una curiosidad inusitada que desencadenó una auténtica peregrinación de curiosos hasta el lugar. Gentes de toda la comarca se concentraban a diario en los márgenes de la carretera y en los senderos que conducían al barranco para intentar escuchar el extraño fenómeno.

Efectivamente, como comprobó y narró Salvador García, “las respiraciones eran una especie de desahogo, lo que entenderíamos como un escape o un soplido”, “que llegaban a producir escalofríos” entre los presentes, según aseguró el periodista.

A la hora de buscar explicaciones, se dio rienda suelta a la imaginación popular. Los más frívolos afirmaban que eran los jadeos desaforados de una pareja de amantes. El cura del pueblo, que llegó a visitar una noche el barranco para comprobar lo que tanto alteraba a su feligresía, alegaba un origen geológico. Otros apuntaron a la posible existencia de un animal, un avechucho recién nacido, malherido o atrapado en el follaje del barranco o en alguna cueva. Cuentan que, incluso, se organizó más de una partida de caza con escopetas de balines. Así nació la leyenda del bicho, el bicho del Realejo, que durante semanas acaparó las páginas de los periódicos locales.

Poco después del inicio de estos fenómenos se produjo la erupción del volcán Teneguía, en La Palma, y muchos creyeron ver un vínculo entre ambos hechos: los resoplidos en el barranco podían ser un respiradero del volcán palmero. Sin embargo, esta tesis la desechó el eminente catedrático Telesforo Bravo.

Lo cierto es que después de la erupción no se volvieron a escuchar resoplidos en el barranco de Godínez, por desgracia para el dueño de una venta cercana que hizo su agosto con los cientos de curiosos que acudían cada día con la ilusión de escuchar o ver al misterioso bicho.