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Noche en Blanco maratoniana, en La Laguna

   

[apunte] Gran cantidad de personas (unas 180.000 según cifras del Consistorio) participaron en las distintas actividades programadas en las calles laguneras. / Fotos: Sergio Méndez [/apunte]

NANA GARCÍA | Santa Cruz de Tenerife

A través de un escaparate urbano. De esta manera los tinerfeños descubrieron ayer sábado, con la tercera edición de la Noche en Blanco, una nueva forma de relacionarse con La Laguna. “Satisfacción” tanto por el “éxito de convocatoria” como por el “desarrollo y funcionamiento” de la amplia y variada programación, que se extendió desde las 11.00 de la mañana hasta la madrugada de hoy domingo, fueron las palabras expresadas por el alcalde, Fernando Clavijo. Las previsiones oficiales del Ayuntamiento apuntaban a 180.000 (entre 60 y 70 mil más que el año pasado) las personas que se acercaron a disfrutar de ocio, cultura, restauración y descuentos comerciales en el Aguere nocturno.

De San Benito al Cuadrilátero, por La Carrera hacia arriba, Herradores, Viana, San Agustín y alrededores, hacia la plaza del Cristo o hacia el Adelantado, por tercer año consecutivo, la masificación hizo suya la calle (sin coches). Juegos, talleres, teatro, calle, vídeomaping, calle, charlas, exposiciones, actividades deportivas, calle y música. Es lo que pudieron disfrutar las cientos de familias que, en las actividades diurnas hicieron colas, pasearon, visitaron museos y dieron buena cuenta de la gastronomía del municipio en las terrazas de los múltiples establecimientos que posee la ciudad, sobre todo en el casco histórico. “Por la noche suele venir más gente”, comenta Nati Martín, desde su puesto de Turrones Nieves Tacoronte ubicado en la plaza de la Concepción, al tiempo que reconocía que a pesar del duro trabajo, “hay fiestas que saben mejor que otras”.

Por la noche la ciudad se vistió de gala bajo la luna. Con los accesos clausurados, el transporte público se convirtió, un año más, en el rey de la jornada, a pesar de que, de nuevo, muchas vías se colapsaron con el denso tráfico de aquellos que intentaban acceder al centro urbano. Una de las apuestas de este año fue la música, con casi una decena de escenarios para acoger recitales de todo tipo de estilos: desde la música clásica de corales y orquestas de plectro, pasando por versiones de clásicos de décadas pasadas, hasta el rock de Revólver.

Pero los comercios y establecimientos hosteleros, en su empeño de encontrar nuevas prácticas para fomentar el consumo, también ofrecieron propuestas innovadoras y actividades exclusivas para la Noche en Blanco. Un ejemplo de ello es la tradicional Pastelería la Princesa, donde se prepararon dos tartas especiales para la ocasión, así como suspiritos de gofio que se habían agotado a mediodía.

“Lo único que estamos haciendo es un poco más de producción de cosas pequeñas”, apuntaba ayer su responsable Otto Rapp. Otra idea original fue la de Pablo, quien al frente de Plastic Peple invitaba a sus clientes a licor de parchita y a pasteles en forma de camisetas diseñados por la pastelería Grau.

Dinamización

Activar social y económicamente el tejido comercial hoy en día no es tarea fácil para la administración, tampoco para la patronal, ni para las diversas asociaciones y colectivos empresariales. Por ello, el alcalde calificó como un éxito que el público haya respondido “desde por la mañana”, no solo participando en las diversas actividades programadas, sino “visitando comercios y viendo escaparates”. Se trata este, según Clavijo, de un paso previo a la campaña de Navidad, que es donde “muchos comercios en situación difícil tienen depositada su esperanza” para afrontar los efectos que la crisis económica ha tenido en sus negocios en los últimos años.

Pero no todos los comerciantes coinciden con el alcalde. Desde una perspectiva más crítica, algunos empresarios reconocían ayer que no esperaban hacer caja dado que celebrar la iniciativa a fin de mes no incentiva el consumo.

“Es un sinsentido”. Igualmente, si bien reconocen el esfuerzo del Ayuntamiento en programar una Noche en Blanco más cultural -al estilo de la madrileña-, muchos empresarios y asistentes apreciaban una excesiva oferta de ocio, un hecho que podría desviar la atención de los asistentes y dejar en un segundo lugar a los establecimientos. Eso sí, los que quisieron sumarse a la iniciativa.