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Teresa Arias, identidad canaria > Elba Navarro

   

La de Tere, como la llamamos los que la queremos, es la historia de miles de canarios que en su día emigraron a América en busca de un futuro mejor. Cincuenta años atrás, cuando era tan sólo una adolescente, sus padres partieron a Cuba dejando todo: familia, amigos y su hogar. Volver a Canarias, era su único deseo.

Los primeros años en la isla caribeña fueron muy difíciles, pero poco a poco se fue adaptando a su nueva vida. Pasó algún tiempo hasta que conoció a Pepe, un apuesto cubano nueve años mayor que ella quien le robó el corazón. Tras contraer matrimonio, con muy poco dinero pero maletas llenas de esperanzas e ilusiones, se fueron a Miami. Allí tuvieron a su única hija, Carmen, llamada así en honor a la Virgen de que Teresa es devota. Hoy, 40 veranos después, la añoranza de sus raíces sigue presente pero el sueño de regresar se torna imposible.

Su única hija le ha dado tres nietos que la adoran y en Canarias, desgraciadamente, no queda ningún familiar al que dar un abrazo a la vuelta. Aun así, Tere no se rinde y en lugar de resignarse a perder todo aquello en lo que siempre ha creído, ha hecho de su casa, un verdadero Hogar Canario. Quizás por esta razón y atraídos por su magia, muchos de los isleños que vivimos en Miami hemos llegado a su puerta. Tras ella, encontramos una hospitalidad y generosidad sólo igualable a la del resto de su familia.

Siempre hay una palabra de aliento, un abrazo de consuelo, una mirada comprensiva y un hueco en la mesa para nosotros. En ella no falta ropavieja, potaje de berros, garbanzada o gofio escaldado, es como estar en casa en la distancia. Anécdotas de las Islas Canarias de ayer y hoy aderezan almuerzos con amenas sobremesas. En el armario tiene colgado el traje de maga y el 30 de mayo en su casa siempre es fiesta.

No cabe duda de que a Teresa Arias la pudieron apartar de sus Islas, pero éstas nunca saldrán de ella.