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Bolívar contra Miranda > Domingo-Luis Hernández

   

La noche que Bolívar traicionó a Miranda es una excelente novela. Y lo es por razones de índole funcional, cual es el caso de la disposición de las perspectivas en torno a los dos personajes principales, Miranda y Bolívar, o Bolívar frente a Miranda, y por la resolución de la materia histórica ahí dispuesta.

En lo que toca al primer caso, destaca la destreza de Armas Marcelo al organizar las miradas y las acciones de los personajes en cuestión. Así sucede: en los diez primeros capítulos, de los diecinueve totales, uno está dedicado a Miranda al que sigue otro dedicado a Bolívar. Así sucesivamente hasta la parte final del relato, que cuenta la trama definitiva de la traición, el encarcelamiento de Miranda y la muerte de los dos personajes. Con lo cual no sólo las perspectivas se incardinan en su referencialidad y en su oposición sino que JJ Armas Marcelo arguye un valor supremo al paralelo entre las dos personalidades. A eso se añade el orden. Y cabe destacar el modo en que se reconstruye la vida del gran Miranda, con la mirada puesta sobre el pasado y cuya figura principal es el juego con el deleite intelectual y el placer. La cita de Sonia Ostroversky y San Petersburgo es un recurso que se repite a lo largo de la novela, porque aquí JJ Armas Marcelo cuenta los últimos años de una vida fascinante, y el final es recuerdo…

En lo que toca al segundo punto dicho, hemos de situar la novela en una encrucijada personal del autor: Miranda es para JJ Armas Marcelo una verdadera obsesión. Y lo es fruto de intuir (y luego probar con la lectura de la fabulosa obra de Miranda) la personalidad, el arrojo, la lucha por la dignidad, el albedrío, la rebeldía y el idealismo de este personaje que sus actos definen y que encarna a uno de los militares más adustos de su época aparte de un grandísimo intelectual. De donde, lo que fecunda La noche que Bolívar traicionó a Miranda es poner en funcionamiento algo que América veló: subrayar el nombre y colocar en su lugar a la figura que se comprometió con la libertad y con lo que habría de haber dado verdadero rumbo político a la América de la independencia.

En efecto, La noche que Bolívar traicionó a Miranda tiene como soporte la Historia. Pero ¿cómo resiste la Literatura el dictamen sobre dos personajes históricos que son Francisco de Miranda (que nació en el año 1750) junto y frente a Simón Bolívar (que nació en el año 1773)? No caben excusas en este caso, en tanto la historia aquí no es un subterfugio, un modo de afianzar manejos más o menos personales. Lo que se muestra aquí es algo que vive dormido en la conciencia de los hispanoamericanos, como si de un monstruo se tratara y que no se atreven a despertar.

Ese es el valor, como dije, y la osadía de un escritor que acaso por ser de esta orilla puede encarar el dilema. Zona de frontera América, zona de frontera Canarias. Y con ello el trasver que en JJ Armas Marcelo no se supedita a la condena del silencio sino que habilita las trazas de la mano para, al fundar la ficción novelesca, revelar.

¿Qué queda entonces? Una noche fatídica, la noche en la que Bolívar traicionó a Miranda. Eso impone la jerarquía: Bolívar antes que Miranda. La canonización americana cumple con el destino desde entonces, cual señala hoy Chávez y su República Bolivariana. ¿Pero eso es todo? No todo; queda el desarme del monumento que JJ Armas Marcelo sigue de manera exhaustiva. La coartada de Bolívar luego del 30 de julio del año 1812 se resume en la acusación de traidor a Francisco de Miranda, su jefe militar, y tal cosa convoca recados prolíficos para la interpretación de la historia verdadera de América. Por eso en La noche que Bolívar traicionó a Miranda cabe la luz que los acontecimientos reclaman.

Y entonces vemos: el mantuano Bolívar traicionó al hijo de un abnegado inmigrante canario (don Sebastián de Miranda Ravelo) que usó su fortuna para la formación de su engendro. Lo traicionó para apartar de su camino al sujeto universal de la historia, al que se las vio codo con codo por la liberación de los Estados Unidos de América, el que trabajó en el frente de batalla para consolidar la Revolución Francesa, el que mostró sus créditos a la emperatriz Catalina de Rusia y el que dispuso esa larga trayectoria en favor del futuro de la parte del continente americano que consideraba suyo.

Miranda resultó un útil para el proyecto de Bolívar. Bolívar calibró que el excedente de la historia universal que es Miranda no cabía en la historia particular y nueva de América que es Bolívar. Por eso Bolívar se adelantó y Miranda cayó.

Con Bolívar se dan cita todos los recursos criollos de poder y de reparto, es decir, el panamericanismo que no lo fue y la idea de igualdad y libertad que tampoco retoñó en el sur del continente americano.

De ahí dos muertes juntas en la novela de JJ Armas Marcelo: la de Miranda (1816), que manifiesta el tesón, la dignidad y la confianza en que las causas justas siempre triunfan; y la de Bolívar (año 1830) transida fundamentalmente por una idea, la del fracaso.

Eso cumple JJ Armas Marcelo de manera perfecta, valiente y ejemplar en La noche que Bolívar traicionó a Miranda.