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No a la fusión del baloncesto tinerfeño > Luis Padilla

   

No he bebido mucho alcohol (por ahora) en estas fiestas navideñas, pero aquí va otra teoría alejada de la lógica. Si hace unas semanas mantenía que al CD Tenerife le vendría peor ser campeón de grupo que acabar en cualquiera de las otras plazas que le dan derecho a disputar las eliminatorias por el ascenso, ahora afirmo que la fusión entre el Canarias y el Tenerife sería nefasta para el baloncesto insular.

LA LÓGICA. La lógica afirma que la suma de activos (deportivos y económicos) ayuda a superar obstáculos y la experiencia vivida en otros lugares -entre los que Málaga es un paradigma, con la creación del potente Unicaja a partir de los discretos Mayoral Maristas y Caja de Ronda- avala que “la unión hace la fuerza”. Pero el razonamiento tiene trampa. Hemos dicho “lógica” y “en otros lugares”, cuando el deporte tinerfeño no se mueve por la lógica ni está en otros lugares. Se mueve por el cainismo y está en una Isla donde el alimento que invita a la superación no es “ser mejor” sino “ser mejor que el vecino”. Así que mientras el Canarias luche por subir a la ACB para exigirle el canon al Tenerife, el Tenerife pelee por ascender a la Adecco Oro y revivir el derby con los aurinegros, el Santa Cruz lo haga por llegar a la Adecco Plata y pugnar por ser el mejor equipo de la capital y el Náutico por alcanzar al Santa Cruz… pues seguiremos dilapidando recursos, pero nuestros clubes tendrán el alimento suficiente para ser competitivos.

LOS EJEMPLOS. Hubo un tiempo no muy lejano en el que Tenerife tuvo dos notables conjuntos en la competición deportiva femenina por equipos más prestigiosa de nuestro país: la superliga femenina de voleibol, torneo de un nivel al menos similar al de deportes como baloncesto, balonmano o fútbol. Ambos fueron campeones nacionales y uno de ellos llegó a ser campeón de Europa. Ahora, uno de esos equipos no existe y el otro está amenazado de muerte. Y también hubo un tiempo en el que dos escuadras tinerfeñas pugnaban, ambos desde la máxima categoría, por la supremacía insular del balonmano (masculino). Uno desapareció y el otro, con el tiempo, dejó de encontrar alicientes. Y este mismo verano escribieron su punto final los representativos insulares de hockey sobre patines y waterpolo, víctimas de la crisis económica y también, muy posiblemente, de la ausencia de un rival local al que medirse, de un adversario cercano con el que competir, de una razón para subsistir. O lo que es lo mismo: de un motivo para alimentar nuestro cainismo.

PD: sin abandonar el baloncesto, me sorprende cómo el club conocido popularmente como Canarias [me refiero al que ahora milita en la Adecco Oro con Guillén o Donaldson como referentes] ha logrado transmitir la idea de que tiene más de setenta años de historia, mientras que el CD Tenerife ha sido incapaz de hacer ver que en 2012 cumple cien años.