X
sector X>

¡He dicho que no, y es que no!

   

Por REBECA DÍAZ-BERNARDO

He dicho que no y es no-sectorX

Lamentablemente y a estas alturas del siglo XXI, las chicas aún tenemos que estar pidiendo a gritos que nos respeten cuando decimos NO a la oferta de una relación sexual y, por desgracia, somos muy pocas las que hemos salido bien paradas ante una situación de un par de copas en plena noche, porque no siempre el señor en cuestión ha aceptado que no tener pareja al lado, nuestro escote o nuestra minifalda no eran una clara invitación a que nos manosearan impunemente. Y es que insisto en las alturas de la Historia en las que estamos y en que gracias al cielo supuestamente vivimos en una sociedad desarrollada y de eso que ahora se llama el Primer Mundo, pero aún así hay caballeros que sin pertenecer a una religión extremista o fundamentalista, al revés, algunos incluso han ido a colegios de pago y hasta tienen hermanas que se visten muy modernas, pues a pesar de todo ellos opinan que las mujeres estamos para ser penetradas, cubiertas como gallinas, preñadas como ovejas y, hablando en plata, para que nos zumben la badana, por no decir más groserías ya.

Hace algunos siglos hubo una barbaridad que se puso muy de moda sobre todo entre señores de alta cuna y fue la peregrina idea de colocarles a sus señoras un cinturón de castidad, que según se mire hasta podía servir de método antiviolación. No se si alguna vez han visto uno, pero había que estar muy loco para penetrar a una mujer a través de semejante artefacto. Vaya por delante que abomino del artilugio, vete tú a saber cuántas infecciones procuró o cuántas muertes generó al haberles sido colocado a mujeres que estaban embarazadas antes incluso de saberlo y de habérselo puesto. Pero me remito al aparato en cuestión por lo del método anti violación, porque es que hoy día, ¿qué puede hacer una mujer ante una situación así?

Una sudafricana acaba de inventar algo que podría salvar muchas vidas y muchas honras y te cuento por qué. Esta señora es técnico de laboratorio y trabaja en una unidad de transfusión de sangre y, por lo visto, está harta de ver llegar a muchachas que han sido víctimas de agresiones sexuales.

En una ocasión parece ser que una de ellas, en medio del delirio posterior al ataque que sufrió, dijo entre lágrimas “ojalá hubiera tenido dientes ahí abajo”, sugiriendo el antiguo mito de la “vagina dentada” que aún se cuenta en algunas culturas para prevenir supuestamente relaciones sexuales con mujeres desconocidas. Y fue entonces cuando nuestra heroína parió su idea: un condón femenino dentado por dentro.

Esto es, un condón femenino normal y corriente de los que se comercializan ya, que se introduce en la vagina de forma temporal como método de barrera, pero en este caso, tiene por dentro una serie de barbas afiladas en el sentido contrario al que el pene entraría, de forma que al que se le ocurra perpetrar a una señora que lleve esto puesto, va a terminar con el bit hecho pedazos porque esas mismas barbas se entierran como anzuelos en el cuerpo cavernoso del aparato masculino y se encargan de rasgar la piel y lo que pille de camino.

Datos a favor: de entrada que al tipo le dejas el armamento bastante fastidiado para una buena temporada y con un poco de suerte se lo pensará muy mucho antes de volverlo a intentar solo de imaginar que su próxima víctima pueda llevar ese artilugio dentro. Por descontado, también recalquemos que sigue siendo un método de barrera y por mínimo que haya sido el contacto, máxime si hay sangre de por medio, evitará un contagio de ETS y por último de riesgo de embarazo.
Datos en contra: no sabemos hasta qué punto las barbas puedan hacer tanto daño que al fulano no le de por arremeter a puñetazos contra la mujer que lo lleve puesto, ni si a ella le daría tiempo a escapar; por supuesto también cabe la posibilidad de que corra la voz y de que entonces, antes de ser humillada, el hombre puesto en antecedentes la manosee a fondo para comprobar que no lo lleva puesto.

En cualquier caso, el invento ha sido tachado de método medieval, pero queridas mías, personalmente prefiero salir de marcha con eso puesto dentro antes que volverme loca buscando un spray de pimienta en el bolso, porque hasta que el cien por cien de los hombres se comporten como caballeros, lo lamento en el alma y lo siento por sus queridos bits pero si me asalta como un bestia o no respeta mi decisión de un no como una casa, toma remedio bestia y medieval y vete a llorar al río.