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Terapia colectiva – Por Pedro H. Murillo

   

Ya que estamos en una época demencial y crítica, conviene, amable lector hacer algo de terapia colectiva y dejar algunos puntos claros para su tranquilidad. La diferencia sustancial que nos separa de los chimpancés es sólo del uno por ciento de nuestros genes. Una insignificancia que se hace aún mas patente entre los humanos. Lo que nos aleja a usted y a mí, es de tan solo un 0,1 por ciento, es decir que en un 99 por ciento somos genéticamente idénticos y ese 0,1 por ciento hace que vivamos en una sutil y maravillosa diferencia de razas y caracteres. Ese 0,1 por ciento es lo que diferencia a un genio de un psicópata, lo que nos separa entre emprender una guerra fratricida o escribir una sinfonía, en definitiva la insólita distancia entre García Márquez y Pocholo.

Según los últimos estudios el cisma entre los chimpancés y los humanos se produjo hace alrededor de siete millones de años. La principal diferencia radicó en el tamaño de nuestro cerebro y en el desarrollo de los lóbulos prefrontales. En su cerebro, sólo en el encéfalo, usted tiene 100.000 millones de neuronas que transmiten impulsos nerviosos que permiten entre miles de menesteres biológicos y cotidianos, por ejemplo, leer esta humilde columna, a una velocidad vertiginosa de 120 metros por segundo.

Pero, espere. La tierra que pisa está sustentada por un núcleo conformado principalmente por hierro sólido con un diámetros de mas de 3.000 kilómetros y su temperatura supera los 5.000 grados centígrados. Esta roca, que llamamos hogar, se mueve sobre su propio eje a una velocidad de 1.670 kilómetros por hora y a su vez gira alrededor del Sol- una bomba nuclear de hidrógeno incandescente- a 107.208 kilómetros por hora. Nuestra estrella no está quieta, y gira en torno a la galaxia a unos 220 kilómetros por segundo, o lo que es lo mismo, a mas de 700.000 kilómetros por hora.

A su vez la Vía Láctea se traslada en órbita de colisión hacia la galaxia Andrómeda a 468.000 kilómetros por hora mientras que el Universo tiene un ritmo de expansión, según el valor de la constante de Hubble, a unos 70 kilómetros por hora por cada 3,26 años luz. La práctica totalidad de los astrónomos coinciden en que el Universo se expandirá hasta tal punto que todo será una noche eterna y fría. Este evento ocurrirá mucho después de que estalle nuestro Sol, dentro de 6 billones de años. Y ahora, amable lector, respire y mire a quién tiene a su lado. ¿No tiene un impulso irrefrenable de decirle que le quiere? ¿A que se siente mejor…?