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¿Un tirón de orejas? – Por Francisco Pomares

   

En UGT creen que en Canarias siguen existiendo motivos “más que suficientes” para convocar una nueva huelga general, y citan como uno de los motivos más graves la cifra de déficit público impuesto por el Gobierno Rajoy al Gobierno canario, que el sindicato considera una tomadura de pelo, quizá porque UGT cree que el problema de este país es que hay poco gasto publico, y que entre todos debemos seguir pagando una deuda pública que estos días, por primera vez en la historia, ha superado ya el billón de euros. Gustavo Santana, que es el secretario general del sindicato, ha aclarado que la huelga se prepara para el último cuatrimestre de este año, y no se le ha ocurrido mejor motivo para garantizar una asistencia masiva a su convocatoria que aclarar que la movilización debe suponer también un tirón de orejas a los empresarios canarios. Vaya. Debería aclarar a cuáles.

Porque no digo yo que no haya empresarios que merezcan un tirón de orejas, como hay camareros, profesores, matronas, policías, chóferes de guagua, azafatas, jardineros, dependientas de farmacia y mucha más gente que se lo merece. Pero resulta que en esta región -y en este país también-, la mayoría de los empresarios son propietarios de empresas que malamente pueden ser calificadas de pequeñas, porque son más bien minúsculas. Esos empresarios, que gestionan con enormes dificultades y sacrificios un bar, un taller de reparaciones, una lencería, un taxi o que se ganan la vida como empresarios autónomos con horarios laborales de 12 horas, ayudados en muchos casos por familiares mal pagados o que no cobran más que de San Juan a Corpus; esos empresarios que han visto como en los últimos cinco años casi se han duplicado sus impuestos municipales, regionales y nacionales, les ha subido el precio de la luz y del agua, y han despedido a sus hijos de los trabajos que tenían; esos empresarios -digo- no se merecen un tirón de orejas. Se merecen que el Gobierno de la nación se ocupe un poco más de ellos y un poco menos de las grandes empresas. Se merecen que alguien se ocupe de que puedan volver a acceder al crédito que necesitan para poder mover sus pequeños tinglados, que son los que sostienen el sesenta por ciento de la economía real del país, y se merecen que los Gobiernos cumplan alguna de sus promesas y dejen de sangrarlos con impuestos insostenibles. Esos empresarios no se merecen un tirón de oreja de ningún bocazas encumbrado, ni otra huelga general local, que solo van a seguir algunos sindicalistas y empleados del sector público a los que ellos sostienen con su trabajo y sus impuestos.