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Balas en el pulmón del planeta

   

Gonzalo Alonso Hernández  biologo asesinado en Brasil

Gonzalo Alonso Hernández trabajaba actualmente en el Instituto Terra de Brasil y era consultor ambiental. | DA

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

Desde muy joven, Gonzalo Alonso Hernández fue un apasionado de los animales y la naturaleza. Nacido en Madrid en el seno de una familia de origen cántabro, siempre tuvo claro que trabajaría en la defensa del medio ambiente. Así, cuando a su padre lo trasladaron a Tenerife por motivos laborales, decidió estudiar Biología en la Universidad de La Laguna (ULL).

Fue una etapa clave en su vida y su trayectoria profesional, que hace apenas tres semanas truncaron a tiros unos cazadores furtivos que actúan en el Parque Cunhambebe, en el distrito de Lídice, a 170 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiro, donde el español residía desde hace una década junto a su esposa María de Lurdes Pena. Esa es, al menos, la hipótesis en la que trabaja en estos momentos la policía brasileña, que asegura que Gonzalo Alonso había tenido serias discusiones con cazadores furtivos, extractores de palmitos y ganaderos que operan de forma ilegal en el Parque Cunhambebe.

Uno de sus hermanos, Alfonso, confirma esta teoría, aunque “sinceramente no creo que tuviera una amenaza que él considerase seria, pero casi con total seguridad no le habría dicho nada a la familia, a pesar de que su vida corriera peligro”. En declaraciones al DIARIO, relata que Gonzalo Alonso residió unos seis años en Tenerife y se formó en la ULL, donde hizo la especialidad de Biología Marina. Después de terminar sus estudios entró a trabajar en el Área de Investigación de Movistar, y unos años después le ofrecieron el traslado a Brasil, para dirigir varios proyectos de Telefónica. “Luego le ofrecieron volver a España, en unas condiciones peores a las que tenía, o el despido, y él decidió quedarse allí, porque ya había comprado la finca y se había hecho una casa poco después de casarse con su actual pareja, que es brasileña”, recalca su hermano Alfonso, que vive en la Isla junto a parte de la familia del biólogo fallecido.

Este trabajaba en el Instituto Terra y prestaba servicios de consultoría en asuntos ecológicos en el Consejo Municipal de Medio Ambiente de Lídice. Además, cooperaba de manera altruista con organizaciones medioambientales de la zona, una labor que hizo que fuera muy conocido y apreciado en la región. “El medio ambiente y los animales le gustaron desde siempre. Colaboraba con el Instituto Oceanográfico de Santander y otras ONG, y durante la carrera llevó a cabo algunas investigaciones en la propia Universidad de La Laguna; también estaba vinculado con varios clubes de submarinismo de Tenerife, que era una práctica que le apasionaba. Además, era aficionado a los rallies y se hizo ayudante de controlador de carreras, porque siempre se implicaba mucho en las aficiones que tenía”, subraya Alfonso.

La familia, que regresó hace dos semanas de Brasil, se encuentra muy afectada, porque el suceso les cogió por sorpresa. “Un mes antes de que ocurriera todo, le había regalado a su mujer un viaje a Argentina, para visitar distintas partes de la Pampa. Ella no conocía la nieve, y como allí es invierno fueron para que ella la viera. Por las redes sociales nos iba contando cómo iba en el viaje, a través de Twitter y WhatsApp, y nos mandaba fotos de los lugares que estaban visitando”, expone su hermano Alfonso, que se enteró del fallecimiento de Gonzalo dos días después de que sucediese.

“Las primeras informaciones que nos llegaron fueron tremendamente confusas. Al principio estaba desaparecido y no se encontraba su cadáver, aunque todos los indicios ya apuntaban a que lo habían matado”. “Su voluntad era que sus restos se quedaran allí donde vivía, con la naturaleza”, arguye Alfonso Alonso, quien espera que la investigación policial esclarezca los hechos para que los restos de su hermano puedan ser incinerados y esparcidos por el Parque Natural Cunhambebe. “En Brasil, sobre todo en el estado de Río, el apoyo a su causa ha sido muy importante, y es muy grato saber que tanta gente lo conocía y reconocía lo que hacía, aunque ello le costara la vida”, concluye.

Gonzalo Alonso Hernández  biologo asesinado en Brasil

Gonzalo estudió Biología en la Universidad de La Laguna. | DA

Un reconocimiento y una fundación para perpetuar su legado

La familia de Gonzalo Alonso Hernández quiere que la muerte del biólogo formado en la Universidad de La Laguna sirva para que se intensifique la lucha ambiental en Brasil, uno de los países con más kilómetros de selva y bosque virgen del mundo. Por ello, desde hace unos días el secretario de Medio Ambiente del municipio de Lídice y la propia esposa de Gonzalo estudian cómo perpetuar el legado del científico y activista madrileño, que incluso podría dar nombre a una fundación de conservación de la naturaleza.

“Nuestra cuñada va a mantener la finca y la casa en la que vivían en el Parque Natural Cunhambebe -una reserva natural cuyas aguas abastecen al 20% del área metropolitana de Río de Janeiro-, con el objetivo de que se pueda seguir desarrollando todo ese trabajo que él inició”, explica su hermano Alfonso Alonso a este periódico. De hecho, la esposa de Gonzalo, Maria de Lurdes Pena, ha ofrecido una parte de su finca a los servicios forestales del estado de Río, “porque necesitaban una base donde establecerse para trabajar en la lucha contra los furtivos y la deforestación”. “Ya se están viendo los resultados, y en la última semana se han producido ya algunas detenciones de cazadores de especies protegidas”, asevera el hermano del biólogo.