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Tacoronte, suma y sigue – Por Francisco Pomares

   

A pesar de la coreografía organizada por los partidos y los rasgamientos de vestiduras, la moción de censura presentada por los socialistas y el PP contra Álvaro Dávila, alcalde de Tacoronte, no parece que pueda provocar una ruptura del pacto de gobierno en Canarias.

Los socialistas de Tacoronte han cedido ante la tentación de hacerse con la alcaldía, y lo cierto es que el alcalde Dávila se lo puso bastante fácil con los errores de las últimas semanas. Pero Tacoronte no es una de esas líneas rojas que no pueden cruzarse, y que son las marcadas en los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna (donde por otro lado los votos socialistas no son absolutamente imprescindibles), y los Cabildos de La Palma y Tenerife.

En todas esas corporaciones gobierna Coalición, y en todas, excepto en La Palma, el entendimiento con los socialistas es cordial y razonablemente bueno. En La Palma, el pacto municipal entre el PP y el PSOE, suscrito previamente al de Gobierno, agrió las relaciones y llegó a provocar una poco meditada expulsión de los socialistas del gobierno del Cabildo, que ha dejado a Guadalupe González Taño en una patética minoría, con la que resulta muy difícil hacerse cargo de la gestión insular.
Los crecientes rumores sobre negociaciones entre el PP y los socialistas palmeros para desbancar a Coalición del Cabildo no ayudan a mantener la calma, ni a resolver un conflicto que tiene paralizado el Cabildo y envenenadas las relaciones.

El precedente de Tacoronte podría animar a los socialistas palmeros, a los que un PP dispuesto a liarla ha prometido el oro y el moro, pero Anselmo Pestana -hombre fuerte del PSOE palmero- no debería olvidar que La Palma no es Tacoronte.

Más allá de las declaraciones, las condenas, las aperturas de expediente y las expulsiones con probable efecto de ida y vuelta, similar a las que se produjeron en El Hierro, donde nunca más se supo, lo más probable es que Paulino Rivero y José Miguel Pérez no rompan un pacto del que depende su supervivencia política -en el caso de Rivero su propia continuidad como presidente, y en el de Pérez la estrategia de acercamiento a Coalición en la que ha basado toda la estrategia de recuperación del poder por parte de los socialistas. Aunque no hay que dar nada por seguro: en la España tropical todo puede pasar.