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Dos pasos hacia la unión bancaria – Por José Alberto León

   

El Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) alcanzó el pasado mes un acuerdo para crear el Mecanismo Único de Resolución (MUR), que permitirá liquidar bancos problemáticos con una autoridad única (tomará decisiones) y un fondo único (creado con contribuciones de la banca). Ese fondo contará con 55.000 millones de euros al cabo de diez años. Hace más de año y medio describía en un artículo las ocho medidas necesarias en el sistema financiero europeo, ordenadas según urgencia, que no por importancia. En pocas palabras, el sistema financiero europeo debe ser auténticamente europeo: con una regulación común, un fondo de garantía común, un supervisor común y un recapitalizador común. Hasta ahora se había adoptado únicamente la primera medida. El pacto del Ecofin supone comenzar a adoptar las siguientes. ¿Cuáles son esas necesarias medidas?

1) Permitir que el Banco Central Europeo (BCE) pueda comprar directamente deuda pública. Decisión adoptada (con ciertas restricciones) por el BCE en julio de 2012, cuando su presidente anunció que tomaría “todas las medidas necesarias para salvaguardar el euro”. Con su sola enunciación y sin gastar un solo euro, la prima de riesgo en los países periféricos comenzó a reducirse al eliminar el riesgo de pánicos recurrentes. Los inversores y especuladores saben desde esa fecha que si las cosas se ponen feas el primo de Zumosol está listo para actuar. Así las revueltas aguas se han calmado.

2) Supervisión independiente y creíble. La segunda medida acaba de tomarla el Ecofin. Los activos del sistema financiero debían ser valorados por auditores con credibilidad, lo que no ocurría con los supervisores nacionales, mediatizados por intereses políticos. El Ecofin ha decidido que el BCE supervise de una forma u otra las 6.000 entidades financieras de la zona euro. Sin embargo, se distingue claramente entre los 128 grandes bancos (los sistémicos, cuya caída podría afectar al sistema en su conjunto), que serán supervisados directamente por el BCE y el resto, que seguirán siendo supervisados por los bancos centrales nacionales, a menos que el BCE determine que alguna de ellos supone un riesgo para el sistema. En la práctica, el ojo vigilante del BCE sobrevolará por todas las entidades de la zona euro.

3) Creación de un fondo de rescate europeo para los bancos sistémicos. Los bancos sistémicos no se pueden dejar caer. Sus interrelaciones con el resto de entidades financieras, con las empresas, hogares y administraciones públicas son de tal calibre que la economía tardaría muchos años en recomponerse tras la quiebra de un banco de gran dimensión. Dado que los fondos necesarios para su rescate pueden exceder de las posibilidades de cada Estado, había que crear un fondo de rescate Europeo para bancos sistémicos, lo que acaba de decidirse en el Ecofin con la creación del Mecanismo Único de Resolución (MUR). Se establece un periodo transitorio para su aplicación, hasta 2026, por lo que no estará vigente para lo que queda de crisis, sino para la próxima.

4) Creación de un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) a escala europea para garantizar a los depositantes que su dinero (hasta 100.000 euros) está asegurado. La lógica interna del proceso de Unión Bancaria conduce a esta medida, pero los países europeos aún no se han decidido a tomarla. Sí que se ha decidido que en las futuras quiebras bancarias los accionistas y prestamistas sea los primeros en sufragar las recapitalizaciones bancarias, pero los contribuyentes podrían acabar soportando aún así las quiebras de algunas entidades financieras. La constitución de un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) a escala europea y nutrido por fondos de las entidades permitiría que en el futuro no fueran los contribuyentes los que se hicieran cargo de quiebras bancarias.

5) Una vez creado ese FGD europeo, lo siguiente sería dejar caer los bancos pequeños. El FGD cubriría hasta 100.000 euros por depositante en esos bancos, lo que tranquilizaría a la mayor parte de los ahorradores y saldría más rentable que rescatarlos. Los accionistas y tenedores de bonos de esos bancos pequeños, así como el resto del sistema financiero (a través del FGD), deberían pagar por su quiebra, y no los contribuyentes y Estados. En EE.UU. las autoridades dejaron quebrar 350 pequeños bancos entre 2009 y 2011 sin escenas de pánico bancario ni retirada masiva de depósitos de las entidades. No se debería malgastar más dinero de los contribuyentes.

6) Con todo eso, crearíamos un nuevo sistema financiero auténticamente europeo donde la regulación, la supervisión y la recapitalización estuvieran en manos de Europa y no de los países. Todos los bancos centrales nacionales desaparecerían y el único Banco Central sería el europeo. El acuerdo alcanzado en el Ecofin define un sistema de toma de decisiones complejísimo a la hora de liquidar un banco, donde las autoridades políticas y supervisoras nacionales tienen mucho que decir, así que poco se ha avanzado. Pero es necesario. Cuesta creer que los 28 países del euro sean capaces de ponerse de acuerdo en 24 horas. Si este evento se produjera sin que el BCE tuviera poderes ejecutivos todo el sistema se tambalearía.

7) Introducción de un euro-impuesto sobre la deuda bancaria. Si los bancos sistémicos no pueden quebrar, sus dirigentes se arriesgarán y endeudarán demasiado basados en esa confianza, lo que acabará por generar la próxima crisis financiera. Para limitar este problema se debería crear un nuevo impuesto europeo para financiar el fondo de rescate europeo, el que rescataría bancos sistémicos en el futuro. El nuevo impuesto gravaría la deuda y el riesgo asumido por los bancos, con tipos impositivos ligados a las primas de riesgo que deben pagar los bancos para asegurar su deuda. De este modo, los bancos más irresponsables pagarían más y los más responsables menos, y se fomentaría el comportamiento responsable. Los países del euro han decidido en el Ecofin comenzar a debatir sobre la forma de financiación del MUR, pero no se vislumbra que forma puede acabar tomando.

8) Unión fiscal europea y Gobierno europeo. Europa debe caminar hacia la unión fiscal. La senda no es emitir inmediatamente eurobonos. Lo primero es crear la unión fiscal, y sólo cuando esté formada se crearán eurobonos. La creación de eurobonos sin una unión fiscal previa reproduciría de nuevo los problemas generados al crear el euro sin instituciones que lo respalden, y permitiría a los países indisciplinados seguir financiando déficits hasta poner en peligro al conjunto de Europa. La forma más eficaz, rápida y democrática de crear esa unión fiscal es elegir un Gobierno europeo (con las urnas) que la gestione. En suma. La solución de esta crisis pasa por más Europa, y no menos. El acuerdo del Ecofin supone dos pasos en la buena dirección, pero aún faltan cinco. Hay que seguir caminando hacia la Unión Bancaria Europea. De alcanzarla, las consecuencias serían extraordinarias.