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¿Hablar de felicidad? – Por José Juan Rivero

   

Desde que comencé con esta columna de opinión en DIARIO DE AVISOS, me plantee como objetivo acercar a los lectores aquellos aspectos y herramientas que potencian nuestro bienestar personal y felicidad. Por ello, poco a poco, juntos, descubrimos el papel del optimismo en nuestras vidas, así como la necesidad de estar presentes en nuestro día a día, experienciando cada momento, además de mostrar la importancia de las emociones positivas como amplificadoras de nuestro campo de oportunidades, etcétera. Cuando decidí dedicarme dentro de la psicología a profundizar en el mundo de la felicidad, me centré en pensar el papel que jugaba en nuestras vidas, y sin querer siempre acude a mi mente la misma explicación: la felicidad hace que la vida merezca la pena. Llegados a este punto, cabría preguntarnos: ¿realmente cómo incide en nuestras vidas la felicidad? La respuesta ha quedado plasmada en las numerosas investigaciones realizadas en el campo de la psicología positiva, que como ciencia tiene como objetivo el estudio científico del bienestar y la felicidad, es decir, de todo lo que potencia nuestras vidas. Aunque parezca obvio los estudios plantean que la felicidad nos hace sentir bien, pero además las personas felices resulta que son más sociables, tienen mayor energía, son más generosas, están siempre dispuestas a cooperar y caen mejor a los demás. Al mismo tiempo manifiestan una mayor flexibilidad en sus planteamientos vitales, siendo más ingeniosas a la hora de buscar alternativas, y a la vez mejoran su productividad en el trabajo. Destacando su papel como líderes, afrontando las negociaciones con grandes probabilidades de éxito. Pero además, parece existir una alta relación entre la felicidad y nuestra salud física y psicológica, por ejemplo, se sabe que las personas felices toleran mejor las enfermedades, lo que repercute en el proceso terapéutico, en la misma dirección algunos estudios han encontrado que las personas felices son menos propensas a enfermar. En definitiva, ser feliz potencia en nosotros un cambio en nuestra manera de ver la vida, en términos de Barbara Frederickson: se abre nuestro corazón y mente haciéndonos más receptivos y creativos. Todo ello parece suficiente para que nos tomemos más en serio la mejora del bienestar de las personas, por ello me congratulo cuando nuestro Colegio de Psicología se preocupa por crear un grupo de trabajo con este objetivo, o ayuntamientos como el de La Laguna se plantean el potenciar en sus ciudadanos el Bienestar y la Felicidad, hacer La Laguna Feliz. Parece que estamos de enhorabuena y quizás la persona y las comunidades ocupen el puesto que se merecen.

*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA