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El otro lado – Por Juan Carlos García

   

El interrogante ante ciertos acontecimientos pasa por saber quién ha ganado y quién ha perdido. Vaya por delante que anoche Santa Cruz de Tenerife ganó una nueva reina del Carnaval. Espero que cuando usted, estimado lector, dé cuenta hoy de estas reflexiones no haya nadie a quien se le endose la etiqueta de perdedor de esa gala festiva. A lo largo de estos carnavales el verdadero ganador debería ser el pueblo. Sin embargo, hoy se resaltará en los diferentes medios de comunicación el triunfador del llamado debate del estado de la nación que se llevó a cabo allá en Madrid en el Congreso de los Diputados. La inmensa mayoría de los ciudadanos se muestra harta de esta contienda dialéctica que no lleva a nada. ¿Quién ha ganado? ¿Rajoy o Rubalcaba? Una pregunta sin trascendencia. Con la que sigue cayendo, a pesar de que el presidente del Gobierno asegurase haber atravesado el tempestuoso cabo de Hornos de la crisis, esos mismos ciudadanos prefieren que ese plomizo debate del estado de la nación se convierta en un debate de estado sobre la nación, donde converjan los intereses de los ciudadanos y se dejen aparcados los réditos partidistas. Es entonces cuando el verdadero ganador debería ser el pueblo. Asimismo, en la controversia sobre las prospecciones petrolíferas en aguas canarias el verdadero ganador debería ser el pueblo canario. No ha sido acertado por parte del presidente autonómico mostrar de referentes a Níger, México y Venezuela como países donde el petróleo no es la riqueza del pueblo. Al parecer, un embajador francés en Naciones Unidas comentó en privado que Marruecos, para Francia, es “una amante con la que se duerme todas las noches, de la que no está particularmente enamorado, pero que se debe defender. Dicho de otro modo, que miramos para otro lado”. ¿Usted, apreciado lector, tiene alguna duda de que no sea así? El mismísimo presidente de Francia tuvo que enviar disculpas al rey marroquí. No estoy seguro de que desde la Península se obre de diferente manera respecto a Canarias en ciertos asuntos. Dicho de otro modo, sin mirar para otro lado.