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Perspectiva – Por Jorge Bethencourt

   

Si miras un folio escrito pegado a la punta de la nariz no puedes leer nada. La comprensión de lo que está escrito viene cuando lo alejas y lo sitúas a una distancia adecuada. Lo mismo ocurre con los acontecimientos contemporáneos. Sólo el tiempo y la lejanía nos permite interpretarlos con la mayor cantidad de información. El desencuentro entre Canarias y Madrid de estos últimos tres años no es más que un pequeño capítulo de una larga historia. Lo que tiene de anomalía es la pérdida de protagonismo de las burguesías canarias en el control de los acontecimientos, que ha pasado a manos de una nueva clase política desarraigada de la pertenencia a las oligarquías comerciales y agrarias de las Islas. El Archipiélago canario hizo siempre gala de su españolidad por razones más económicas que sentimentales. Frente al proteccionismo nacional este fue un pequeño reducto de libertad comercial que se defendió una y otra vez con uñas y dientes. Ya quedan pocos puertofranquistas. Los nostálgicos de aquellas libertades se enfrentan al hecho de que una sociedad de bienestar se basa en la recaudación de los impuestos que la sostienen. La teoría de que con impuestos más bajos se recauda más porque aumenta la actividad económica se ha quedado en una pura formulación porque todos los gobiernos, de izquierdas y derechas, se han aplicado a ordeñar a la sociedad con el mismo entusiasmo. Hasta hace poco hablábamos de la revisión del Régimen Económico y Fiscal canario como la herramienta que nos podría ayudar a salir de esta profunda sima de fracaso económico. Vino el petróleo y la rehabilitación turística, la política. Y de nuevo nos hemos olvidado de lo importante para ocuparnos de lo electoral. Ya no hablamos del REF porque no vende. Cuando tengamos perspectiva, pasado el tiempo, observaremos desapasionadamente un país llamado Canarias, en quiebra laboral, cojo de dos de sus tres sectores productivos, con una masa de pobreza insostenible y una clase activa asfixiada por el costo de la fiscalidad que grava el trabajo. Canarias seguirá existiendo -espero- a pesar de la incompetencia de una nueva burguesía política que ni aprende de la historia ni le interesa otra cosa que ganarse un espacio de tinta en el devaluado papel con el que antes se envolvía el pescado o se limpiaba uno en caso de apuro ese lugar al que vamos. Y sin frenos.