X
TRIBUNA >

No quiero creer – Por Indra Kishinchand López

   

Espero que mis palabras remuevan tu conciencia, dijo, y lo hicieron.

“Hoy en la tierra no encuentro nada más verdadero que el amor. No puedo pensar en algo que aquí, donde habitan los hombres, sea mayor que él”.

Me imagino a un Dios que vive por encima de los mares, que surca los cielos a su antojo. Puedo imaginar un ser que, en su perfección, creó la imperfección, la libertad.

Por eso me asombra más el amor humano; aquel que se vive con dolor, que conoce el precio de sus desperfectos, aquel que exige. Porque amar es más difícil cuando se conoce que el final llegará. Usted sabe que aquello que solo conoce el entendimiento no es suficiente para dar la vida. Sabe que hasta que el corazón no acepta lo que otros llaman verdad, la razón no es suficiente. Nunca lo será. No sé cómo explicarle que mi mente a menudo lucha con mi corazón; mil veces me he repetido “no quiero creer”. Y mi razón me pregunta, ¿por qué no? No me malinterprete, no son prejuicios. No quiero creer porque a veces pienso que no tengo miedo a morir, sino solo a cómo morir. No quiero creer porque no quiero reducir mi vida a pensar que tendré otra(s). No quiero creer porque me gusta que todo principio tenga un final. No quiero creer porque ser eterno es ser durante mucho tiempo. No quiero creer porque prefiero que llegue el día en el que me toque no ser.

Y así lo consiguió. Así hizo que se me removiera la conciencia, y el alma.

En defensa de nuestra sanidad pública – Por Zahira Nasser Eddin

Ahora que se utiliza la crisis como excusa para desmantelar el estado de bienestar, y la sanidad pública como uno de sus pilares fundamentales, quiero manifestar mi profundo agradecimiento al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria y a sus profesionales, especialmente al Servicio de Ginecología Oncológica, como muestra inestimable de que contamos con un sistema universal sanitario extraordinario. Hace escasas semanas, me diagnosticaron un cáncer de mama que me obligó a pasar por quirófano.

El buen hacer de los profesionales del servicio, el cariño y el excelente trato que me han dispensado han permitido que afronte con más optimismo ese duro golpe. Creo que los profesionales del hospital universitario son una muestra de la excelencia y calidad de nuestra sanidad pública, amenazada por los recortes brutales e indiscriminados y por las reformas sanitarias de un gobierno empecinado en destruir nuestros derechos sociales, civiles y laborales.

No podemos permitir que los recortes y el afán privatizador del Gobierno destruyan nuestro Sistema Nacional de Salud que, pese a sus errores, es inigualable. Las políticas que nos están imponiendo sólo buscan el deterioro asistencial para que unos cuantos hagan negocio con los hospitales públicos que se han construido y equipado con el dinero de todos.

Por eso, ahora es más necesario que nunca defender nuestra sanidad pública y a los profesionales que la integran. Porque ellos son la esperanza de muchas personas.