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Arde Europa – Por Carmelo Rivero

   

Europa va camino de ser Europa pero no termina de llegar. ¿Y esto qué es? Esto es África queriendo ser Europa, la venganza de la geografía, según diría Robert D. Kaplan, como ha vuelto a recordarnos José Luis Rivero. Las elecciones europeas, en menos de dos meses, podrían despertar más interés aquí que en muchos países comunitarios semilleros de abstención, porque las islas tienen sed de continente, anhelan Europa. Necesitamos sentirnos europeos de carne y hueso, no meros fantasmas más allá de las columnas de Hércules. José Ignacio Torreblanca (Café Steiner, El País) estima que los heterogéneos euroescépticos serán la tercera fuerza del nuevo Parlamento Europeo, cosa que a Felipe Sahagún (El Mundo) inquieta lo justo: no son un bloque, sino una gallera. Pero preocupa el ascenso de la ultraderecha, que será la primera fuerza en Francia y otras europas con marines Le Pen, que habla de un modo descomplicado y llano, y llega, dice Montserrat Domínguez (El Huffington Post). En pocos meses han saltado las alarmas: el referéndum suizo contra la libre circulación de mano de obra, Alemania a favor de expulsar a los romaníes en paro y el xenófobo holandés de la moña blanca, Geert Wilders, gritando “menos, menos, menos” compatriotas de origen marroquí. Sin señas de identidad, Europa es un mal poema desgastado al que se le cayeron las metáforas. Günter Grass hizo uno contra Bruselas (La vergüenza de Europa) cuando los tecnócratas sopesaban desprenderse de Grecia, haciendo caso omiso de Aristóteles o Platón y del invento mismo de la democracia. Era un disparate en la hora negra de Europa después de la II Guerra Mundial. Pasó esa tormenta y ahora se vuelcan en Kiev como un asunto de estado de un estado europeo que no existe, como digo, ni entre las musas jubiladas que inspiraron a Monnet, Schuman, De Gasperi y otros padres fundadores de la patria Europa. Ya quisiera para sí la UE un Whitman que invocara a los futuros Estados Unidos de Europa. Los Tratados de Roma se firmaron el 27 de marzo de 1957, y el que suscribe nació a la par. ¿Me duele Europa? Me asusta. En uno de los debates organizados en Santa Cruz por la Asociación de Periodistas Europeos, miré entre el público, como si allí estuvieran representados los 500 millones de europeos, angustiado por la idea de que alguien esté jugando con fuego.