El paÃs más joven del mundo, Sudán del Sur, proviene de una escisión del Sudán hace menos de tres años. Ahora, la guerra civil entre las etnias dinka y nuer puede llevar a una nueva secesión.
Un amigo, dedicado a cuestiones internacionales, explica este tipo de sucesos diciendo que los paÃses son como las lombrices de tierra, que se pueden partir por la mitad y cada una de las partes sigue viviendo luego como animal independiente. Asà se entenderÃa que en 1945 hubiese sólo 90 paÃses en el mundo y que ahora sean unos 200. La antigua Yugoslavia, por ejemplo, ha dado pie a siete Estados diferentes. En una exactÃsima aplicación de la metáfora de la lombriz, tras sucesivos desgajamientos el antiguo Estado quedó reducido a un paÃs llamado Serbia y Montenegro; luego, la separación de este último territorio dejó sola a Serbia y, más tarde, merced al empecinamiento de la OTAN, a costa de aquélla se creó otro paÃs hasta entonces inexistente: Kosovo.
Como ven, la tesis del troceo de los anélidos, es decir, de la instauración sucesiva de naciones lombriz, puede ser aplicada casi indefinidamente.
Pongamos el caso de España. Al paÃs podrÃa amputársele Cataluña y, mal que bien, ambas partes podrÃan sobrevivir independientemente. Claro que luego el Valle de Arán, por ejemplo, podrÃa separarse a su vez del Estado escindido; y asà sucesivamente.
No acabo de ver, con todo, que la metáfora de mi amigo resulte muy ejemplarizante, a no ser que prefiramos un mundo lleno de paÃses lombriz, en vez de otro con menos naciones pero, eso sÃ, mucho más vertebradas que los gusanos segmentados o, dichos por otro nombre, lombrices de tierra o lumbrÃcidos.
A elegir.