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El recuerdo perdido de la antigua Casa de la Aduana, de Santa Cruz

   
CASA DE LA ADUANA SANTA CRUZ

Antigua casa de la Aduana de Santa Cruz de Tenerife. / AUTOR DESCONOCIDO. CEDIDA POR LA FEDAC

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

La Antigua Casa de la Real Aduana de Puerto de la Cruz es el inmueble civil más antiguo que se conserva en la actual ciudad turística, y uno de los edificios de estilo tradicional canario de mayor valor arquitectónico e histórico de la isla de Tenerife. Es un caserón del siglo XVII, propiedad del Cabildo que en su segunda planta acoge provisionalmente al Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdhal, el MACEW. Este magnífico inmueble es un testimonio vivo de la importancia económica y comercial que tuvo en el pasado el muelle portuense. Tal es así que llegó a ser catalogado “llave de la Isla” por el rey Fernando VII.

La capital tinerfeña, Santa Cruz, también tuvo en su puerto una Casa de la Aduana similar, aunque de menor prestancia, desaparecida en la década de los años cuarenta del siglo XX. Fue derribada para construir en su lugar el actual edificio de Correos y Telégrafos, proyectado en 1941 por Luis Lozano, junto al Palacio insular. Según recuerda César Javier Palacios, las antiguas oficinas de la Aduana fueron el primer establecimiento oficial de Santa Cruz. El Cabildo las trasladó desde La Laguna en 1585 para intentar revitalizar un lugar que había quedado diezmado tras la peste de 1582.

Todas las mercancías que llegaban en barco a Santa Cruz entraban en los almacenes de la Aduana y no podían salir sin que antes se pagaran los aranceles capitulares previstos. Por eso se situó en una zona cercana al puerto, pero elevada, que permitía el control de las embarcaciones que llegaban al muelle de La Caleta de Blas Díaz. Desde el traslado de la sede de La Laguna y hasta 1719, la Aduana estuvo emplazada en la calle La Caleta, esquina con la plaza de la Pila, en unas casas que desaparecieron en el incendio de 1727. La nueva construcción, de argamasa y madera, se levantó entre 1742 y 1743, siendo comandante general Andrés Bonito y Pignatelli. El solar escogido se encontraba muy cerca del mar, donde estuvo la Fortaleza Vieja, contiguo al puerto comercial de la Calerta de Blas Díaz, que a partir de entonces pasó a llamarse de la Aduana. Esta consistía en un amplio edificio cuadrado de dos alturas, articulado en torno a un patio central y dos corredores, de buenas dimensiones pero sin monumentalidad ni destacables valores artísticos. Presentaba la entrada por el lado opuesto al mar, en la calle de La Caleta, por una puerta hecha con piedra de Lanzarote, su único toque ornamental, culminada por un escudo real. Además de los servicios aduaneros, se localizaban en él las oficinas de la Real Hacienda. Dos siglos estuvo en pie este edificio, del que ya no queda ni el recuerdo.