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después del paréntesis>

Venezuela – Por Domingo-Luis Hernández

   

Una colega venezolana de la universidad nos remitió un documento abierto para compartir con nosotros el trance que viven en ese país de la América del Sur. Hace referencia a la paupérrima situación de Venezuela (el 56% de inflación en el año 2013, 25.000 asesinatos, una deuda externa monstruosa, según sus palabras la injerencia cubana en puestos claves del ejército, los servicios de identificación y migración, registros y notarías, la salud, la educación, el deporte…). También se refiere al déficit presupuestario de las universidades, la escasez de alimentos básicos, de medicinas en los hospitales… y, sobre todo, el acoso al que se ven sometidos los que protestan.

Como ejemplo comenta lo que ocurrió el 4 de febrero de 2014. Los estudiantes de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, de los Andes, se lanzaron a la calle a causa de la violación de una estudiante en el campus universitario. Fueron reprimidos salvajemente, varios jóvenes detenidos.

El Gobierno no atiende a las razones por las que los ciudadanos se manifiestan. Solo reprime sin excepciones. Y lo que resulta inopinado en un país democrático: disposiciones legislativas dudosas y encarcelamiento de líderes de la oposición.

El resultado es muertos en las aceras y ciudades paralizadas. Nicolás Maduro afirma que la policía ha sido “infiltrada por la derecha” y que lo que ocurre allí tiene culpables: fascistas, golpistas, terroristas o el imperio norteamericano.

En las cargas contra los manifestantes no sólo actúan policías y militares sino que se han incorporado los llamados “colectivos”, personas fuertemente armadas y bien pagadas que arremeten contra los descontentos, los centros comerciales, las residencias familiares…

El resultado es aterrador, según manifiestan las organizaciones de derechos humanos: mil detenidos, 20 personas asesinadas en manifestaciones, 40 desaparecidos, 33 casos de tortura, en su mayoría jóvenes.

Nicolás Maduro reitera, sin ninguna investigación imparcial que lo acredite, que las personas fallecidas han sido asesinadas por los propios insurrectos. Habla de “golpe de Estado”. Los vecinos latinoamericanos guardan un silencio penoso y cómplice.

¿Qué ocurre en Venezuela? Una situación inaudita que siembra de dudas la actitud de unos dirigentes en un Estado civilizado y digno. No solo la demagogia y la canallesca tienen asiento allí sino la maquinaria del poder y de la unilateralidad que cerciora los derechos individuales y la información y que somete al país a la incertidumbre y al desamparo.

¿Mundos enfrentados entre un modo de argumentar la política por el reparto de riqueza entre las clases populares y los pudientes que dominaron el país en otras épocas y que se resisten a las pérdidas? Si fuera cierta esa previsión no la justificaría el hecho de que una chica inocente reciba un disparo en la cabeza por protestar en la calle ni que la dicha incertidumbre y desolación ocupen el lugar de la conciencia.

La democracia siempre ha de ocupar el lugar de la democracia. Una propuesta de progreso se confirma en sí misma y en sus respuestas.