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Gigantes – Por Juan Carlos García

   

Conforme transcurren estos años de penurias laborales, a este primer día del quinto mes se antoja necesario alterarle, al menos en Canarias, su pomposo nombre de Día Internacional de los Trabajadores por el de Día de los Sin Trabajo. Las reivindicaciones de los derechos de los que aún trabajan están pasando a un segundo plano respecto a las reivindicaciones de los desempleados por lograr un trabajo. Los últimos datos lanzados por el Gobierno desprenden unas previsiones calificadas de optimistas. Sin embargo, temo que esos datos se comporten como el vaho efímero que producimos al exhalar aire por la nariz o la boca. Se empañan los cristales por un instante y después desaparece. Para miles, decenas de miles, centenares de miles de canarios, y millones de españoles, salir del foso del desempleo se trata ya de una lucha contra molinos de viento. Sí, un imposible. Como Don Quijote, creyendo que eran gigantes. Ya lo expuso hace unos días la escritora mexicana Elena Poniatowska en su discurso con el que recibió el premio Cervantes: “El poder financiero manda no solo en México sino en el mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos”. La también periodista recordó a un “indispensable” Gabriel García Márquez que dejó huérfano días antes su universo de Macondo. Ese abril que acaba de expirar ha sido un mes de despedidas multitudinarias. Como la de los cuatro militares accidentados en aguas de Fuerteventura. Como la de Tito Villanova en el mundo del deporte. Como la del propio Gabo, considerado uno de los mejores periodistas del mundo y precursor del realismo mágico. Cervantes bautizó a su Alonso Quijano como ingenioso hidalgo. Actualmente, en La Mancha como en Canarias viven hidalgos quijotes nada ingeniosos. También existen quijotes ingeniosos sin la más mínima hidalguía. Asimismo, convive entre nosotros algún que otro ingenioso hidalgo que nada parece tener de quijote. Abril se fue con tintes de surrealismo mágico. Los gigantes proliferan en el horizonte de los sin trabajo con la celeridad en que asoman letreros y vallas publicitarias en alfabeto cirílico.