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Jamón – Por César Martín

   

Te levantas cada mañana con la careta y puesta. Fiel a la disciplina cumples los horarios y el rito. El compromiso lo exige y tampoco te permitirías ningún desliz. Pintas en tonos ocres lo que antes fue oscuridad. Sonríes con tibieza a los que vas cruzando en tu camino. No te tiembla el pulso, todos los días son iguales, da igual la situación, tienes las tablas suficientes como para lidiar con todo lo que se ponga por delante. Repartes caricias, besos, y si es necesario, atacas sin compasión. Te adiestraron bien. Aprendiste las artes de dar bofetadas sin mano.

Lograste engañarlos con tu rostro de bondad disfrazada, pero en el fondo sabían que no podías ser así. Eres capaz de usar el desprecio y el cariño en una misma sala, a la vez. Rastreas las vidas de otros y te escondes en la cueva mientras dictas sentencia. Esas reuniones en secreto te encantan, ahí amaestras a tus perros para que muerdan sin dar bocado. No soportas perder el control de tus súbditos; necesitas tener el control. Luego lo disfrazas todo con gestos amables y susurrando bonitas palabras; lobo con piel de cordero. Les dices que todo es por su bien, porque te importan, pero al final prima el interés general que no es sino el tuyo propio. Es la falsa moral, el doble rasero, la pantalla de la vida ejemplar, de lo socialmente aceptado y convenido. No toleras individuos diferentes, no es lo que marca la tradición.

Al final las cartas sobre la mesa. El modelo que ofrecías era claro, lo tomabas o lo dejabas, sin opciones. Algunos salieron del rebaño por la puerta del matadero. Firmaste su sentencia y los viste partir. Miraste a otro lado y callaste. Pensaste que así podrías silenciarlos. Pero fallaste. Desde entonces, nada ha cambiado en sus vidas. Desde aquellos días, como diría Malala Yousafzai, sólo “la debilidad, el miedo y la falta de esperanza murieron”. Desde esos instantes, siguieron creyendo en la libertad. Desde ese momento, continuaron luchando con fuerza por sus ideales. Desde aquella ocasión, no pierden la oportunidad de alzar la voz. Desde siempre, siguen siendo los mismos.
@cesarmg78