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Asimetrías – Por Ramiro Cuende Tascón

   

Detrás de cualquier prejuicio y estereotipo se esconden el miedo y la ignorancia”. Lo dijo, Ryszard Kapuscinsky, un hombre honesto, que también dijo: “Se puede ser escéptico, pero no cínico: el cinismo te aleja de la gente; los cínicos no sirven para este oficio, el de pensar y transmitir”. Uno de los profesionales del periodismo más respetados y admirados. La vida, me lo ha demostrado, no deja de ser un cúmulo de asimetrías y, alguna que otra simetría. Basta con observar la naturaleza para comprobarlo. Las simetrías existen, son casos en los que se raya la perfección. Un ejemplo que casi todos disfrutamos es la contemplación de una mariposa, o, como cuentan que dijo Joan Miró en Tenerife, “una clara armonía se produce al contemplar una cebolla cortada al bies por su eje principal, se da la simetría perfecta”. Compartiremos que la vida es imperfecta por naturaleza, aunque debido a nuestra humana soberbia se ponga en duda una y otra vez. No aprendemos. Podríamos definir la moral como el dogma individual, nuestro punto de vista sobre cómo deben ser las cosas.

Es el motivo por el que muchos ansiamos imponer nuestras ideas sobre las de los demás. Al identificarnos con nuestro sistema de creencias, creemos que la vida debería ser solo como pensamos. De ahí, que hayan tantas “batallas dialécticas”, juzgando, criticando e incluso tratando de imponer nuestra verdad a aquellos que piensan y actúan de forma diferente. En estos casos, más que compartir, lo que buscamos es demostrar que tenemos la razón. Me pregunto, ¿qué logramos al conseguir “tener la razón”? Por compleja que sea nuestra argumentación, esta conducta solo manifiesta falta de madurez o imbecilidad. Las personas intolerantes y dogmáticas viven convencidas de que las cosas están bien o mal si se alinean con sus prejuzgadas ideas. Igualmente, los demás son buenos o malos en la medida en la que se comportan como esperamos de ellos. Así, la conciencia moral, por ejemplo, la de Cañete, actúa como un filtro que distorsiona la realidad, y, que no es otra cosa que una suma de prejuicios y patrones, que se sustentan en percepciones subjetivas y en pensamientos ego­céntricos que generan una constante fuente de trances. Así son las asimetrías que pululan por este caos de relaciones; íntimas, familiares, sociales, emocionales, laborales, y tantas. Líos que solo conduce a pugnas irresolubles. Inténtelo, y vote el próximo domingo día 25, Europa merece la pena.