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El psicólogo del Gobierno – Por Francisco Pomares

   

El consejero Berriel ha encontrado por fin su verdadera vocación en un Gobierno que siempre le vino pequeño: a partir de ahora Berriel puede ejercer -si así lo desea- de psicólogo del Gobierno, un trabajo que no sólo se ha ganado a pulso siendo el hombro amable y comprensivo sobre el que lloran todas las peticiones, sino que le viene al pelo por ese aire de psicoanalista argentino que le caracteriza. Después de quitarse toda responsabilidad en la elaboración del anteproyecto que aún no ha visto nadie, pero que dicen que concede al presidente Rivero y un consejo de sabios la capacidad de decidir que inversiones son estratégicas y cuales no lo son, Berriel ha explicado que la clave de todo esto de la decisión sobre qué inversiones son prioritarias es la adecuada motivación. Reconozco que no entendí muy bien el alcance de su explicación, si se refería a la motivación de las inversiones, que suele ser la pasta, o a la motivación del Gobierno que suele ser también la pasta, tamizada por la excusa del bien común. A más pasta, más bien común. Y en algún caso algo de bien particular, pero eso es un asunto distinto que hoy no tiene nada que ver con este. Yo también creo que la motivación es la clave de casi todo lo que hacemos, no sólo de las inversiones.

Vamos a verlo este domingo, cuando se haga el recuento de participación en las elecciones europeas, y quede claro que la gente está menos motivada de lo que sería deseable. En los ratos libres, Berriel podría hacer lo posible por motivar un poco también a los electores, aunque es verdad que motivar a los ciudadanos -a estas alturas- es probablemente muchísimo más difícil que motivar al Gobierno regional. Los ciudadanos están instalados en la desconfianza y la apatía. Son ya siete años de crisis, de promesas incumplidas, de falta de trabajo, de pensiones ajustadas, de impuestos disparados y de servicios cada día más deficientes. Los ciudadanos se sienten engañados por una dirigencia política que va a lo suyo y a la que lo que le preocupa es -más que cualquier otra cosa- seguir en el machito. Es lógico que la gente se sienta desmotivada: y es que al Gobierno de Canarias sólo le engaña el Gobierno de Madrid, pero a los ciudadanos de las islas les vienen engañando desde hace siete años el FMI, el Banco Central Europeo, el Gobierno de Madrid, el de Canarias, los cabildos, los ayuntamientos, los bancos, los políticos, los curas, los periodistas, los tenderos, Kiko Matamoros, los taxistas, la Merkel, los fontaneros, sus parejas, sus hijos, los profesores de sus hijos, sus empleados y sus jefes. Si yo fuera Berriel montaría mi consultorio psicológico en la plaza pública. Trabajo seguro que tendría.