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El trabajo supera el presupuesto – Por David Sanz

   

La vida no es justa, tampoco lo es el fútbol. El reparto de la fortuna es un arrebato del azar, que no siempre coincide con la dimensión de los méritos. Por eso no confiaba que por lo hecho a lo largo de una larga temporada, el Atlético de Madrid fuera a ganar la liga en el campo del Barcelona el pasado sábado, pese a que existía un consenso generalizado de que le tocaba a los colchoneros hacerse con el campeonato, siendo el equipo más regular y brillante de esta liga. La cosa tenía mala pinta, la leyenda del pupas asomaba como en las peores pesadillas de esa final que tuvimos que resolver jornadas antes para no llegar a este partido de infarto y jugárnosla a una sola baraja con uno de los equipos más grandes de la historia del fútbol, que por mucho que digan que agota un ciclo, escuchar su alineación pone los pelos de punta. Llegaban noventa minutos de sufrimiento. Afortunadamente quienes desde chiquitos hemos sentido la camiseta rojiblanca estamos acostumbados a sobrellevar las contrariedades con dignidad. No obstante, perder esta liga hubiera sido un varapalo duro, muy duro. El partido empezó bien, con el guión de siempre, de los buenos partidos del atleti. Pero pronto llegaron dos enormes jarros de agua fría con la lesión de dos jugadores determinantes: Costa y Arda. Hasta que Alexis terminó de confirmar los malos presagios, con un extraordinario gol. En ese momento, muchos perdimos la fe. Yo entre ellos, lo he de reconocer. El equipo agonizaba en el campo y rezamos para que el cronómetro corriera para que se obrara el último milagro: la sacudida emocional del Cholo Simeone a sus muchachos en el vestuario. Y vaya que lo hizo. Los quince primeros minutos, la escuadra colchonera parecía un ejército de espartanos dirigidos por un Leónidas argentino, que convirtió el Camp Nou en el desfiladero de las Termópilas. La confirmación del arreón inicial llegó de la cabeza del defensa uruguayo Godín, que se ha convertido en una nueva leyenda del atlético al darle la liga con un soberbio remate. El empate valía, pero no estaba todo hecho. El Barcelona se recompuso y se volcó al ataque con todo lo que tenía. Pero ya algo nos decía que esta vez no se nos escapaba. Simeone resumió la filosofía de este éxito en la celebración del triunfo, “si se cree y se trabaja, se puede”. El presupuesto no lo es todo.