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Las concertinas de papel – Por Gerardo Daniel Settecase

   

Una Europa autoproclamada solidaria, trata como delincuentes a quienes huyen del hambre o la guerra, protegiéndose con murallas sembradas de concertinas. Realmente cuchillas que cercenan carne y pueden matar. A ellas España agrega concertinas de papel, aduciendo que es reten de una invasión de inmigrantes latinoamericanos (Moncloa no ve que ahora se van), cercenando mas que carne -ya ha causado muertes-, pues hiere sicológicamente imponiendo unilateralmente exigencias de visado (billetes aéreos, mínimo de dinero, ¿Carta Invitación?) y exigiendo al personal de Inmigraciones promedios de expulsiones “por la cara” según admite un sindicato policial, aun cuando todo papeleo se encuentre en orden, de modo que especialmente en el aeropuerto de Madrid, en su Sala 3 de Retención los “nominados”, entre lágrimas de frustración, padecen días de aislamiento, insultos xenófobos, escasos baños y camas, falta de asistencia médica y alimentos; o expulsiones “en caliente” como miembros de una orquesta argentina, aduciéndose que venían a trabajar y no exhibían contrato (permitido a artistas estadounidenses), cuando las obligaciones fiscales son del contratante español, violando el convenio de No Doble Imposición Impositiva, y también reunían requisitos para ingresar como turistas. Requisitos que los países con los que España tiene convenios respetan, mientras esta levanta Muros de Berlín contra habitantes de la que denomina zona “afectivamente mas cercana”: Latinoamérica. Una Latinoamérica cuyos ciudadanos, pese a protestas reiteradas, sufren concertinas de papel que España impone dando autoridad para decidir su validez a personal presionado, cuando volver a consulados otorgando visas beneficiaría a todos, excepto que España desee privilegios para sus ciudadanos y, discriminando disimuladamente, los niegue a los latinoamericanos, imponiéndoles estas concertinas que les humillan hasta esas lágrimas, al expulsarles llevándoles a veces esposados a la escalerilla del avión. Afortunadamente, Latinoamérica sigue abierta a españoles. Turistas o parados.