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Deportividad – Por Agustín M. González

   

El lema del buen deportista es saber perder. Saber ganar es fácil, pero saber encajar una derrota es muy complicado, sobre todo para quien no tiene costumbre. La afición futbolística española -y me atrevería a decir que hasta medio país, como mínimo- se ha quedado consternada por el fracaso de la selección nacional en el Mundial de Brasil. Se habían creado grandes expectativas. Esperábamos ver seguir alargando la leyenda del mejor equipo de la historia. Nos habíamos acostumbrado aver ganar a La Roja y por eso nos impactó, todavía más, la inesperada y contundente eliminación.

Con los extremismos con que solemos reaccionar los latinos en general y los españoles en particular, de un día para otro convertimos a nuestros héroes futbolísticos en villanos vilipendiados, hablamos de fin de ciclos y reclamamos cambios y revoluciones. Afortunadadamente, con el paso de los días recuperamos la mesura, la memoria, relativizamos la cosas y valoramos los acontecimientos, los grandes logros cosechados por un grupo de deportistas excepcionales que han pasado a la historia por méritos propios. No habrá derrota ya que pueda borrar sus triunfos. Por lo tanto, se merecen respeto y consideración. El primero de todos, el seleccionador, Vicente del Bosque, un caballero del deporte y de la vida, un líder silencioso, sereno y sabio que ha demostrado su capacidad para gestionar grupos de estrellas millonarias. Lo hizo primero con el Real Madrid de los galácticos y lo hizo luego con la mejor selección española de todos los tiempos. Él, más que nadie, ha demostrado ser un auténtico deportista, dentro y fuera de la cancha. Ahora, con su serenidad e inteligencia, nos ha enseñado a asimilar con naturalidad, sin dramatismos, una derrota deportiva que debe servir para valorar mejor lo conseguido en el pasado, y de acicate para intentar reverdecer laureles. Como insiste Del Bosque, no hay que olvidar que el fútbol es un juego, y por lo tanto no siempre se puede ganar, por muchas ganas que se pongan. Pero también es una metáfora de la vida, donde rige el concepto de la deportividad: respeto al contrario, juego limpio, saber perder… En realidad, de lo que hablamos es de esfuerzo, de respeto y de educación. Con más deportividad en nuestras vidas las cosas nos irían mucho mejor. Que se lo digan a la afición de la UD Las Palmas…