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Días históricos – Por Leopoldo Fernández

   

Casi sin darnos cuenta, vivimos estos días un proceso de cambio acelerado dentro de la normalidad constitucional más palmaria. En 1975, tras la muerte de Franco, se produjo una drástica modificación del panorama político. Aquellos sí eran tiempos convulsos porque se cerraba una etapa histórica con la muerte del dictador y se abría una fase de incertidumbre y preocupación tras 40 años de un régimen personalista falto de libertad. La grandeza de quienes en aquel momento desempeñaban responsabilidades en el gobierno o en la oposición propició una transición ejemplar desde la legalidad, en medio de estremecedoras jornadas en las que el terrorismo de ETA, el Grapo y otros grupos extremistas secuestraban y asesinaban a mansalva. Con don Juan Carlos al frente del Estado, se recorrió de manera ejemplar un proceso constituyente que finalmente alumbró la Carta Magna de 1978 pactada por todos -desde la derecha pura y dura de Fraga a la izquierda comunista de Carrillo- y, más tarde, unos Pactos de la Moncloa en los que el consenso político, económico y social fue la nota más destacable. Sentadas las bases del nuevo Estado de Derecho, España inició el camino hacia la modernidad y la integración en la Europa comunitaria, una vieja aspiración que hubo de permanecer aparcada durante la oscura noche del franquismo. De entonces ahora, el país ha ido cobrando protagonismo en el panorama internacional y progresando en el nacional, con la normal alternancia en el gobierno de los dos grandes partidos políticos y con el rey don Juan Carlos en la Jefatura del Estado, donde va a permanecer durante casi 40 años. Por encima de cuitas, debilidades y fallos puntuales que están en la mente de todos, el rey ha dado al país el más largo periodo de paz y progreso social y económico que ha conocido la moderna historia de España. Su próxima marcha pretenden aprovecharla algunas minorías radicalizadas para suscitar a su manera -cuando lo que se plantea es el mero cumplimiento constitucional de las previsiones sucesorias- una inoportuna inestabilidad política en momentos en los que el país necesita tranquilidad y confianza en las instituciones para consumar un proceso desde la lealtad y el respeto a la ley, con la mayor voluntad de consenso. Tiempo habrá para otros planteamientos.