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Falsas ayudas – Por Jorge Bethencourt

   

El gran éxito de este Gobierno ha sido salvar a la Hacienda española de la bancarrota a costa de arruinar a los ciudadanos y contraer una deuda pública histórica que pagarán nuestros bisnietos acordándose de la madre que nos parió. Aquella banca que era la mejor del mundo mundial, unas cajas de ahorros mangoneadas por políticos, patronales y sindicatos, acabaron con 107.000 millones de euros inyectados en ayudas del FROB, Fondo de Garantía y Banco de España. Del superávit de caja de las vacas gordas pasamos a una deuda de un billón de euros, récord histórico absoluto. La economía está devastada por la cosechadora fiscal. Este Gobierno no ha hecho más que recaudar, subir impuestos y tapar agujeros. Y ahora toca una reforma fiscal que viene precedida por el rimbombante anuncio de esos 400.000 millones de euros que el Banco Central Europeo ha puesto en el mercado en una operación de financiación a largo plazo llamada TLTRO. “Una inyección de liquidez que llegará a las empresas y familias”, ha dicho no sé quién. Mentira. Cómo puede enterarse quién se interese en leer las informaciones especializada, la primera LTRO (Long-Term Refinancing Operation) se realizó hace años con un importe de más 480.000 millones de euros de los que nadie vio ni un duro.

A febrero del año 2015 el sistema bancario europeo tendría que hacer frente a la devolución de los importes suscritos en su día. Así que la TLTRO (Targeted Longer Term Refinancing Operation) no es más que una prolongación de la primera ayuda al sistema bancario europeo. Lo que se nos ha vendido como una cosa es, en realidad, otra muy distinta. Como los tipos de interés ya se han bajado todo lo posible sin que exista ningún tipo de reacción en nuestra economía, parece evidente que aquí no va a existir activación del moribundo si no se produce una inyección de liquidez en el bolsillo de los consumidores españoles. La demanda sigue congelada porque ni las familias ni las empresas tienen recursos disponibles. La voracidad fiscal de las administraciones, las restricciones al crédito y los postreros coletazos de la crisis económica han situado al mercado en un electrocardiograma plano. La “gran” reforma fiscal que anuncia el PP ni es grande, ni es reforma. La administración sigue sin sacrificar sus ingresos y gastos para permitir que la sociedad civil prospere. Fin de la historia.