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El sistema que vive de las rentas – Por David Sanz

   

El anuncio de la abdicación del Rey ha dado la máxima transparencia a un fenómeno que se venía cociendo desde hace tiempo en este país: el sostenimiento de las instituciones y de un sistema que empieza a hacer aguas por todos sus poros. El temor del debilitamiento del stablishment sociopolítico y económico, que se ha visto confirmado en las pasadas elecciones europeas, ha hecho cerrar filas sobre la figura del monarca y de su sucesor, el todavía Príncipe de Asturias. Ni siquiera el PSOE, que se define estatutariamente como una formación política de corte republicana, ha dejado abierta a alguna rendija para la oportunidad que representa la abdicación para un cambio de modelo de Estado. La intelectualidad oficialista de este sistemas, los Cebrián, Santos Juliá, etc, en seguida han salido a darle las gracias al monarca por los servicios prestados al Estado sin cuestionar ni siquiera el papel que ha jugado en su propio debilitamiento institucional durante los últimos años. En definitiva, la entrada de capital de las grandes entidades financieras en los círculos mediáticos, editoriales, etc, derivado de la crisis económica, ha provocado esta especie de pensamiento único y pacto soterrado de hormigón para defender un sistema que se agrieta en las bases.

A uno le causa cierto sonrojo escuchar que tenemos un heredero de la corona universitario, afable, con aplomo personal. Como si eso fuera suficiente para dar el giro radical que necesita este país. En España das una patada a las listas del paro y te encuentras con miles de personas con la misma valía y mayor cualificación que el heredero a la corona, sin que lo hayan tenido tan fácil para conseguir estos méritos. No es demagogia, es una realidad que vale para demostrar que este país no necesita un mero cambio de imagen. Es un problema de legitimidad y, por tanto, de reconocimiento. Los logros de la Transición no van a ser suficientes para salvar una monarquía parlamentaria. Es muy injusto, como ahora se puede leer en tantos analistas, achacarle todos los méritos del cambio de régimen en España tras la dictadura de Franco al monarca. Aquella carambola que fue la Transición salió adelante, sobre todo, por el concurso de la sociedad civil, que quiso vivir en democracia. Una sociedad que se merece, tras consolidar un sistema democrático, elegir quién la gobierna.