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Air lo que sea – Por Rafa Muñoz Abad

   

La necesidad agudiza el ingenio, cuando no saca lo peor de cada persona y, por extensión, de los gobiernos que con objeto de no verse pringados en asuntos espinosos necesitan de intermediarios que les hagan algunos trabajitos. África es el hábitat ideal para las compañías aéreas denominadas de fortuna o genéricas. Entes que igual presumen de trasladar científicos a la Antártida, un rinoceronte al zoo de Ámsterdam o ‘personal’ sin especificar a Angola y Sierra Leona. Entre estas raras avis de la aviación destaca la sudafricana SAFAIR y su particular flota de aviones pintados de blanco. Librea que va con todo y fondo perfecto para las siglas UN o de quien mejor pague. En España también tenemos alguna criatura similar que no citaré para no acabar demandado. Aerolínea que se dedica a recoger bimotores cuyas células ya están muy cerca del límite de su vida operacional y a volar a destinos curiosos.

Aeropuertos a donde las compañías de bandera no quieren ir. Algo similar ocurre con los vuelos de la vergüenza; aviones fletados por el Estado para deportar africanos que son embarcados medio anestesiados y bajo fuerte custodia policial. Un vuelo entre Burkina Faso, meca donde se negocian los secuestros del Sahel, y Argel, obliga a sobrevolar Mali. Descampado donde el único orden lo pone el ejército francés y donde hablar de un control aéreo efectivo o procedimientos de aviación civil y navegación área es algo discutible. Y si el viaje se hace en un jet con casi ya veinte años de antigüedad y un historial de accidentes preocupantes; a la par de unas condiciones meteorológicas adversas, las posibilidades de sufrir un accidente simplemente aumentan. Que este estilo de compañía vuele a donde nadie quiere o que sus brokers les busquen charters, es algo legítimo; lo que ya no me parece tan moral es que algunos gobiernos estén detrás de estas empresas para de una manera anónima realizar transportes ‘delicados’. El operador español, que ni de cerca es SAFAIR ni tampoco tiene su hoja de servicios, es bastante más decente que las aventuras y las mil cosas que las bodegas de los Hércules sudafricanos habrán transportado a las peores esquinas del continente africano.

* CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL
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