No quiero parecer aguafiestas, pero intuyo que la Fuente Santa va camino de tardar tanto tiempo en convertirse en un balneario como en redescubrirla. La falta de consenso polÃtico está machacando las esperanzas puestas en el futuro de este recurso natural. Cada una de las administraciones implicadas tira para su lado y asà lo único que consiguen es desbaratar el desarrollo de esta fuente de aguas termales y su utilización como recurso turÃstico. El afán de patrimonializar las cosas nos desquicia. Es como si el agua echara efluvios etÃlicos que contaminan un debate sereno y racional sobre este espacio. El calendario tampoco ayuda y la proximidad de las elecciones locales va a terminar de contaminar todo cuanto se vaya a hacer de aquà en adelante. Uno tiene la sensación que se van haciendo cosas, por aquà y por allá, sin un guión previo. O con un relato que parece que no pone de acuerdo a los actores principales. Los empresarios también han entrado en el debate público, contribuyendo a polarizar las posturas, ya de por sà bastante enfrentadas.
Las decisiones que se adopten sobre la Fuente Santa no se van a tomar por la recogida de una serie de firmas. Solo los estudios serios y rigurosos, que cuenten con el respaldo unánime de las instituciones implicadas, podrán servir como promotores de cualquier decisión que se tome. Con todo, habrá que contar también con la voluntad polÃtica para sacarlo adelante. En eso, pese a quien le pese, habrá que satisfacer tanto los anhelos municipalistas de un lado, como los insularistas del otro. Sensibilidades que pueden ser hasta cierto punto rechazables y atribuibles a caprichos personales, pero que hay que poner en juego para que una pataleta o rabieta no eche por tierra la tarea. Quien conoce la realidad de la polÃtica local no se debe sorprender de esto último que digo. Si cuando gobernaban los mismos partidos en el Ayuntamiento, el Cabildo y el Gobierno de Canarias, no se llegó a concretar casi nada y pasaron años in albis, mucho me temo que en la situación actual, con fuerzas polÃticas diferentes, todavÃa va a ser mucho más complejo realizar cualquier cosa. Y lo triste es que la sucesión de los hechos va dando la razón a este argumento pesimista. Hay un equilibrio casi imposible que trazar ahora. Y, sinceramente, no veo que haya una predisposición unánime en fraguarlo.